La gente anda diciendo

La gente anda diciendo que la semana cerró con tensión económica real: el peso sufrió una fuerte caída, lo que obligó al Banco Central a intervenir tras una baja del 2,7 % del dólar mayorista, mientras fondos internacionales —como JPMorgan— empezaron a recomendar vender activos argentinos por la incertidumbre financiera. También comentan que la soja alcanzó…

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La gente anda diciendo que la semana cerró con tensión económica real: el peso sufrió una fuerte caída, lo que obligó al Banco Central a intervenir tras una baja del 2,7 % del dólar mayorista, mientras fondos internacionales —como JPMorgan— empezaron a recomendar vender activos argentinos por la incertidumbre financiera.

También comentan que la soja alcanzó un récord de 6,1 millones de toneladas exportadas en junio, justo cuando entraron en vigencia nuevas retenciones, lo que deja al campo en vilo sobre su rentabilidad.

Se escucha que la tragedia del fentanilo contaminado no amaina: ya son 48 las muertes confirmadas y casi 80 los casos sospechosos, fruto de fallas en controles de calidad sanitaria que el Estado parecía ignorar.

Dicen que mientras el oficialismo impone una narrativa de “economía ordenada”, su realidad es ajustar, controlar y recortar. Esta semana desaparecieron 21 entes públicos sensibles, y se disolvió la tradicional Dirección Nacional de Vialidad, con más de 5.000 trabajadores despedidos, deficiencia en rutas y población aislada.

También comentan que este modelo se acompaña de espionaje digital: denuncias apuntan a planes de inteligencia y hackeos contra periodistas y activistas, “por manipular la opinión pública”, una frase que encierra mucho más que vigilancia.

Se escucha que en medio de esta ofensiva neoliberal, el peronismo recibió un gesto político potente: Lula visitó a Cristina Kirchner en su prisión domiciliaria, en un acto entendido por muchos como respaldo a quienes acusan persecución judicial. Algunos en la Casa Rosada lo califican de intromisión internacional, pero para miles fue una señal de dignidad.

Dicen que este contexto se vuelve aún más tenso si el Estado quiebra compromisos con provincias y jubilados. El Gobierno retrasó encuentros para discutir fondos, mientras la inflación del mes pasado parecía mantenerse cerca del 2 %, reduciendo oportunidades reales para los sectores populares.

Se escucha que mientras los indicadores macroeconómicos se maquillan, las universidades se apagan, los comedores comunitarios funcionan día a día y los aumentos del gas y la luz siguen licuando los ingresos.

La gente anda diciendo que este ajuste se paga con despidos, servicios recortados y salarios estancados. Y que cuando el Gobierno vacía Vialidad, cierra entes y sin control ignora laboratorios contaminados, lo que sobra es ideología y falta Estado.

Dicen también que caer en espiral de deuda y dependencia financiera sin corregir el rumbo local precipita a la pobreza estructural. Que no basta con exportar soja o atraer inversiones para equilibrar un país que se deshace por dentro.

La gente anda diciendo que si el rumbo es desmantelar el Estado sin construir comunidad, lo único que crece es el ruido institucional, el desempoderamiento ciudadano y la grieta.

Y que aunque presionen con dólares, espionaje y decretos, la verdadera resistencia late en cada barrio, escuela y sindicato que pide pan, educación, salud y respeto.