La gente anda diciendo

La gente anda diciendo que esta semana el gobierno lanzó una señal al campo, pero muchos creen que fue un gesto de marketing más que de fondo: en la Exposición Rural, Javier Milei anunció la reducción permanente de retenciones a productos agropecuarios como soja, maíz, girasol y carne vacuna –prometiendo eliminarlas totalmente mientras él esté…

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La gente anda diciendo que esta semana el gobierno lanzó una señal al campo, pero muchos creen que fue un gesto de marketing más que de fondo: en la Exposición Rural, Javier Milei anunció la reducción permanente de retenciones a productos agropecuarios como soja, maíz, girasol y carne vacuna –prometiendo eliminarlas totalmente mientras él esté en el poder.

Dicen que el anuncio sorprendió: se giró de subir a bajar en cuestión de días, una práctica que el campo calificó de “tomadura de pelo” antes que de alivio real. La medida fue bien recibida por las entidades rurales, pero muchos advierten que solo empieza a palidecer frente a recortes severos, inflación persistente y falta de financiamiento productivo.

También comentan que la polémica diplomática se encendió con Peter Lamelas, designado Embajador de EE.UU. en Argentina. En el Senado estadounidense afirmó que su misión incluiría promover acuerdos para “expulsar a China poco a poco”, cuestionar la política exterior de las provincias y opinar sobre la causa judicial de Cristina Kirchner. La Fundación Victoria lo repudió y convocó a los gobernadores a defender la soberanía nacional frente a esta intromisión política extranjera.

Se escucha que mientras el agro vivía su show, la calle marchaba al mismo ritmo que crece la bronca: sindicatos, universidades y trabajadores protestaron por el cierre de entes claves (INTA, INTI, Vialidad y más de 5.000 despidos) y por el avance de un modelo que vacía conocimiento y deja al Estado en mínimos.

Dicen que no sólo el campo sufrió el descontrol macroestructural: el fentanilo contaminado ya dejó 48 muertes y decenas de heridos más, mientras los pacientes siguen clamorosos de justicia frente a un sistema que regula poco y reacciona tarde.

También comentan que el clima de espionaje persiste de fondo: Hugo Alconada Mon denunció al menos diez intentos de hackeo luego de revelar que el gobierno habría puesto en marcha un plan de inteligencia para monitorear periodistas, políticos y académicos, bajo la excusa de “controlar narrativas.”

Se escucha que, mientras tanto, los bonos suben y los medios oficialistas repiten que el éxito del modelo es visible en superávits fiscales, inflación contenida e inversiones. Pero en las villas y comedores populares, las cacerolas hablan más fuerte que las cifras.

Dicen que la Argentina que importa moneda no puede argüir que mejora si millones viven al margen: si retenciones suben y bajan según el bramido de la campaña, si sobran despidos y faltan debates, lo que se desmonta queda expuesto.

La gente sigue diciendo que bajar impuestos no repara derechos; que eliminar retenciones no compensa los recortes científicos, la pérdida de investigación pública ni las rutas sin mantenimiento; y que mientras relucen anuncios en estadíos acerbos, las urnas siguen mostrando que sobra desconexión con el territorio.

Porque gobernar no es anunciar cambios, es garantizar que detrás de cada número se reconozca una vida. Y si el gobierno piensa que el campo es su bastión, la calle le recuerda: el pueblo no vota retenciones, vota dignidad.