La gente anda diciendo que esta semana fue distinta, porque se recordó al Padre de la Patria, José de San Martín, en un país donde sus ideales parecen olvidados por quienes hoy gobiernan. San Martín, que cruzó los Andes con un ejército popular, que renunció a honores y que decía: “Seamos libres, que lo demás no importa nada”. Qué lejos queda eso de un gobierno que ajusta a los pobres mientras celebra balances y discursos en inglés para complacer a los mercados.
San Martín soñaba con una patria grande, unida y soberana; Milei se abraza a los intereses extranjeros y se arrodilla frente a los mismos que nos saquearon siempre. El contraste no puede ser más brutal: un libertador que se jugó la vida para echar reyes, y un presidente que se deja seducir por embajadores que cierran discursos en suelo argentino gritando “¡Viva el Rey!”, como lo hizo el de España esta semana, en un acto que sonó a provocación y que el gobierno aplaudió con entusiasmo servil.
La gente anda diciendo que mientras se rinden a monarcas y mercados, acá la realidad es dolorosa. La crisis del fentanilo adulterado sigue creciendo, con 87 muertes confirmadas, y los intentos del Ejecutivo de politizar la tragedia encendieron la indignación social. El juez Kreplak les marcó la cancha: no se juega con los muertos para hacer campaña.
También dicen que lo más cruel llegó desde el propio Presidente: usó su cuenta oficial para burlarse de Ian Moche, un niño autista de 12 años activista por la discapacidad, acusándolo de “ultrakirchnerista”. La Justicia lo intimó a explicar por qué expuso a un menor en redes, pero el Gobierno se escuda en “libertad de expresión”. San Martín hablaba de respetar al pueblo y sus derechos; Milei hace bullying desde Casa Rosada. Dos visiones de patria que no pueden ser más opuestas.
Y en la calle, hubo marchas y paros: docentes, médicos, científicos, jubilados y organizaciones de discapacidad coparon rutas y plazas contra el ajuste. Las universidades siguen en lucha, los hospitales hicieron ruidazos, los jubilados protestaron contra el veto al aumento del 7,2 %, y las familias de personas con discapacidad denunciaron la quita de apoyos. San Martín decía: “Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”. Esa defensa hoy la encarna la gente en la calle, no el gobierno en el poder.
Mientras tanto, el oficialismo festeja la “estabilidad macroeconómica”, las fotos con embajadores y el apoyo de fondos buitres. Pero a la sombra de esos festejos, se multiplica el hambre, se deteriora la salud, y la ciencia queda de rodillas. No hay libertad posible sin justicia social, y sin justicia social, la patria no se defiende: se entrega.
La gente anda diciendo que, en tiempos de San Martín, se levantaban banderas para expulsar reyes. Hoy, con Milei, parece que se levantan copas para brindar con ellos.