Hoy se cumplen 148 años de la muerte del Lonko Juan Kalfucurá, quien fuera en vida un actor central del Poder Indígena que tuvo gran influencia durante gran parte del Siglo XIX.
“En su lecho de muerte, resguardado por tablas de algarrobo adornadas con un tallado indígena, lo acompañaban los huesos secos de uno de sus caballos de batalla que tenía en su cabezada un ajuar de plata” señalaron desde el Museo Provincial de Historia Natural, de la Secretaría de Cultura de La Pampa. A su derecha y cerca de la mano se veían dos espadas rotas, una de ellas era una dragona de oro ya destruída. Su cuerpo vestía uniforme de general, según las presillas de la blusa reducida a polvo, y los pantalones tuvieron una lujosa franja de oro. Completaban su vestimenta unas botas de cuero de Aguará Guazú. Su viaje al Wenü Mapu fue interrumpido a fines de 1878, cuando las tropas militares profanaron su tumba. Desde ese momento, sus restos ultrajados pasaron de mano en mano entre las “celebridades” de la época hasta llegar al “Museo de La Plata”.
Su lecho de muerte revela no sólo las tradiciones mapuche, también muestra un paisaje pampeano con una gran diversidad de ambientes y la presencia de un animal que hoy en día se encuentra extinto en La Pampa: el aguará guazú. La presencia de este hermoso animal también fue registrada durante siglo XIX por Luis de la Cruz (1806) y Doering (1881). Su presencia está relacionada con el agua, los ríos, las lagunas, los humedales y los pastizales naturales. Dada las características del paisaje en Chilhué para 1880, con sus médanos cubiertos de pastizal y numerosas lagunas, no es extraño pensar que era un animal fácil de observar en esos ambientes.