Al menos 64 personas murieron, entre ellas cuatro policías, y 81 fueron detenidas durante un amplio operativo contra el grupo criminal Comando Vermelho (CV) en los complejos Alemão y Penha, ubicados en la zona norte de Río de Janeiro. Según el Palacio Guanabara, más de 2.500 agentes participaron de la intervención, que incluyó helicópteros, 32 vehículos blindados y maquinaria de demolición, con el objetivo de ejecutar un centenar de órdenes de arresto.
El despliegue generó un fuerte impacto en la ciudad: 45 escuelas fueron cerradas, se suspendieron servicios en cinco clínicas y 12 líneas de transporte público debieron ser desviadas. Cuando las fuerzas ingresaron a las favelas, los narcotraficantes respondieron con disparos y barricadas incendiadas. Además, según informó la Policía Civil, los delincuentes usaron drones para lanzar explosivos, mientras varios intentaban huir por la zona alta de la comunidad, en escenas que recordaron la violenta ocupación de 2010 en el mismo lugar.
Entre los detenidos figuran Thiago do Nascimento Mendes, alias Belão do Quitungo, considerado uno de los jefes del CV en esa área, y Nicolás Fernandes Soares, señalado como operador financiero de Edgar Alves de Andrade, alias Doca o Urso, otro alto líder de la organización.
El secretario de Seguridad Pública, Víctor Santos, afirmó que el operativo fue planificado con anticipación y aclaró que no contó con apoyo del gobierno federal. A lo largo del día, los delincuentes organizaron represalias en distintas zonas de la ciudad, bloqueando vías con vehículos y escombros en Linha Amarela, Grajaú-Jacarepaguá y Méier.
Ante los disturbios, el Centro de Operaciones y Resiliencia de Río (COR) elevó el nivel de alerta al grado 2, mientras la Policía Militar dispuso la movilización total de su personal, suspendiendo tareas administrativas.
El gobernador Claudio Castro calificó el operativo como una respuesta del Estado frente al “narcoterrorismo” y señaló que busca frenar la expansión territorial del Comando Vermelho, cuya influencia se ha extendido a varios barrios de Río y municipios cercanos. “Esta situación excede nuestras competencias y debería existir una integración con las fuerzas federales”, sostuvo.
Santos añadió que los complejos Alemão y Penha abarcan unos 9 millones de metros cuadrados de ocupación irregular, una superficie “imposible de controlar solo con fuerzas estatales”.
Durante la madrugada y buena parte del día, los tiroteos fueron constantes y numerosos vecinos denunciaron dificultades para salir de sus viviendas. Además, cinco centros de salud en la zona suspendieron sus actividades por motivos de seguridad.
El gobierno estadual informó que el operativo continuará hasta cumplir todas las órdenes judiciales y recuperar el control del territorio.
El Comando Vermelho, nacido en las cárceles de Río de Janeiro en la década del 70, surgió originalmente como una organización de apoyo mutuo entre reclusos, pero con el tiempo se transformó en una de las redes de narcotráfico más poderosas de Brasil. En los años 90 llegó a controlar cerca del 90% de las favelas de la ciudad, y hoy mantiene vínculos tácticos con el Primer Comando de la Capital (PCC), además de enfrentamientos con grupos rivales como Terceiro Comando Puro (TCP) y Amigos dos Amigos (ADA), en una guerra permanente marcada por la violencia extrema.

