Hoy comenzó, en el Centro Judicial, el juicio oral contra Marcelo Darío Agüera, acusado por el femicidio de Mirta Inés Fetter, ocurrido en enero en Toay. El acusado, que públicamente negó la autoría del hecho, sostuvo que hablará cuando su defensa se lo aconseje. En la primera jornada del debate se escucharon los testimonios de un policía, un médico de guardia del hospital Segundo Taladriz, la jefa de enfermería de Clínica Quirúrgica y tres enfermeras del hospital Lucio Molas y un enfermero de Sanidad Policial, quienes tuvieron contacto con la víctima de 39 años. Las audiencias seguirán durante esta y la próxima semana.
El proceso está a cargo de la jueza y los jueces de audiencia Alejandra Flavia Ongaro, Gastón Boulenaz y Andrés Aníbal Olié. La acusación del fiscal Cristian Alejandro Ramón Casais apunta a que el 7 de enero, en su domicilio del barrio Los Hornos, el imputado “golpeó con un elemento a su pareja, en la cabeza y otras partes del cuerpo” y que Fetter fue asistida por la policía a partir de un llamado del propio Agüera. Como consecuencia de las lesiones sufridas, la mujer falleció el 11 en el hospital de Toay.
El presunto agresor es representado por la defensora oficial Silvia Mariel Annecchini; mientras que como querellante particular interviene en el juicio la Secretaría Provincial de la Mujer, Género y Diversidad, por intermedio de las abogadas Flavia Yanet Rubín y Silvana Andrea Abraham.
La calificación legal contra Agüera es de homicidio doblemente calificado, por la relación de pareja y por femicidio, un hecho que debe valorarse en el marco de la ley 26485 de Protección Integral a las Mujeres. Subsidiariamente planteó la misma calificación aunque en grado de tentativa, aludiendo a los problemas de alcoholismo de la víctima.
Casais, en ese alegato de apertura, mostró dos fotos de la víctima del mismo 7 de enero, donde se la ve con una gran hinchazón debajo del oído derecho. “Fue hallada en la casa, sentada en el piso y con un gran charco de sangre a su alrededor”, especificó. Si bien expresó que Fetter dijo que se había caído, remarcó que al día siguiente –mientras estaba internada– le contó a su madre que había sido “cagada a palos” (sic). Además afirmó que la misma versión le relató al enfermero Héctor Sander.
A su vez, en el inicio del debate, la querella planteó que Agüera no solo mató a Fetter sino también “a su mamá, a su hija y a su hermana” y que ello ocurrió porque el acusado “no obtuvo la sumisión y la obediencia de ella. Como se quería ir, él le dijo ‘vos de acá no te vas’ y la golpeó”, indicaron Rubín y Abraham.
Testigos
El policía Diego Gastón Requelme, el primero en arribar a la casa después de tres llamados de Agüera al 101, relató que “cuando llegamos encontramos a una mujer sentada en el piso, con una herida profunda en el oído derecho, sangrando, y con lesiones en los brazos. Esas heridas nos llamaron la atención. Agüera nos dijo que se había caído de la cama y luego en la cocina. A la señora le costaba hablar, balbuceaba… lo único que dijo dos veces era que quería irse a su casa”. La policía trasladó en un móvil a Fetter al hospital de Toay, y aunque en el viaje intentaron preguntarle qué había pasado, Requelme reiteró que “no se le entendía lo que decía”.
Casais solicitó que se escucharan los audios de los llamados al Cecom para tratar de demostrar la relación de pareja. ¿Por qué? Porque en ellos el imputado dijo “es urgente, mi mujer está en el piso descompuesta”.
El médico Franco Saini fue quien recibió a Fetter en el nosocomio. “Entró lúcida, despierta y orientada. Neurológicamente estaba bien. Dijo que se había caído de la cama y que después no se acordaba más nada”, declaró.
El testigo, ante una consulta de la fiscalía, respondió que no era compatible una caída de la cama con “semejante trauma” y agregó que “aunque le preguntamos varias veces” qué le había ocurrido, ella contestó siempre lo mismo. Saini habló de una hinchazón y herida cortante debajo de la oreja derecha, aseguró que le dio “cuatro o cinco puntos de sutura” y que la derivó al hospital Lucio Molas para que le realizaran una tomografía con el fin de descartar lesiones intracraneales.
La jefa de enfermería de Clínica Quirúrgica del Molas, Manuela Paola Scoles, afirmó que Fetter llegó con un traumatismo de cráneo y que en todo momento tuvo “los signos vitales normales” y que “siempre estuvo orientada en tiempo y espacio”. Ella solo la vio personalmente el día 10 cuando se fue de alta. Dijo que la paciente estuvo a cargo del neurocirujano Mauricio Tellechea y dio los nombres de las enfermeras que la atendieron. Finalmente detalló que la víctima “intentó fugarse” del nosocomio y que en ningún momento refirió que hubiese sido golpeada.
Luego declararon sus compañeras Beatriz Elizabeth Figueroa, Cecilia Beatriz Cabrera Villata y Daniela Ayelén Orozco. Figueroa manifestó que Fetter “llegó desde la guardia central con pérdida de sangre del oído derecho. Llegó bien, hablaba normalmente. Nos llamó la atención el hematoma y la ropa sucia, con barro pegado y seco. Nunca supimos qué le pasó, solamente nos dijo que estaba en la casa tomando mates….”. No obstante, observaron cierto deterioro cognitivo cuando “dijo que en habitación había dos gatitos (sic). Ahí nos dimos cuenta que por momentos se perdía”.
Cabrera Villata expresó que Figueroa le indicó que la paciente había ingresado al hospital por “un traumatismo de cráneo y posible violencia de género”. Indicó que “sus signos vitales eran normales” y que “contestaba bien las preguntas”. “Cuando le pregunté que le había pasado, respondió que no se acordaba”, acotó. Orozco vio a Fetter el viernes 7, el día que ingresó al Molas. “Nos llamó la atención la lesión en la cara. Dijo que no recordaba qué le había pasado y tampoco qué medicamentos tomaba. Tenía la remera ensangrentada y el pantalón con barro”, especificó.
Héctor Gabriel Sander, enfermero de Sanidad Policial, entrevistó a la víctima en su habitación el Molas el sábado 8. “Cuando entré, estaba acostada y con su mamá –relató–. La contusión se le había extendido hacia la región malar y sangraba del oído. Como el médico me había dicho que se había caído, yo le pregunté por la caída y ella me respondió ‘no, me golpeó’. Luego refirió nuevamente ‘me golpeó’ y señaló un pantalón sucio que estaba al lado de la cama. Me lo repitió dos veces en forma rotunda, pero no continué con la indagatoria porque yo solo tenía que constatar las lesiones”. ¿Le dijo quién la golpeó?, quiso saber la fiscalía. “No”, contestó.