Irán y Arabia Saudí –potencia de la rama chiita del islam la primera y suní la segunda- enemigos tradicionales en Medio Oriente, anunciaron este viernes que reestablecieron relaciones diplomáticas, las que habían sido rotas por Riad en 2016 tras ataques a sus sedes diplomáticas en el país persa por la ejecución de un clérigo chiita en el país árabe. El acuerdo firmado en China –país mediador- incluye la reapertura de embajadas. Estos dos países son potencias petroleras y se disputan la hegemonía regional apoyando a bandos rivales en diferentes conflictos. Desde el lunes pasado, negociaban en Beijing liderados por el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán -Ali Shamjaní- y el consejero de Seguridad Nacional saudí, Musaid Al Aiban, quienes se comprometieron a “respetar la soberanía de los países y la no injerencia en sus asuntos internos”. Y se reactivó un acuerdo de seguridad de 2001 y memorandos de cooperación en materia economía, comercio, inversión, tecnología, ciencia, cultura, deporte y juvenil.
Arabia Saudita había acusado repetidamente a Irán de promocionar el terrorismo en la región mediante el apoyo a los rebeldes hutíes en el Yemen y a las milicias del grupo libanés Hezbolá, así como de tratar de desestabilizar los regímenes políticos de la zona.