El Sumo Pontífice visitó un país con sólo 1.450 católicos en una población de 3,3 millones de habitantes.
El papa Francisco concluyó este lunes un viaje histórico a Mongolia que adquirió connotaciones internacionales debido a sus propuestas a su vecina China sobre la libertad de religión.
Al final de una misa el domingo, el Papa envió saludos a China, llamando a sus ciudadanos un pueblo “noble” y pidiendo a los católicos en aquella China que sean “buenos cristianos y buenos ciudadanos”.
El lunes, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China expresó que adoptó una actitud positiva para mejorar las relaciones con el Vaticano.
Pekín mantuvo comunicaciones con el Vaticano, informó el portavoz del ministerio, Mao Ning, en una conferencia de prensa cuando se le preguntó sobre los comentarios del Papa en Mongolia.
El objetivo principal del viaje de Francisco era visitar la pequeña comunidad católica de Mongolia y terminó su misión de cinco días este lunes con una parada para inaugurar la Casa de la Misericordia.
Situado en una escuela reconvertida y creación del principal clérigo católico de Mongolia, el cardenal italiano Giorgio Marengo, el hogar de beneficencia coordinará el trabajo de las instituciones misioneras católicas y los voluntarios locales.
“El verdadero progreso de una nación no se mide por la riqueza económica, y mucho menos por la inversión en el poder ilusorio de los armamentos, sino por su capacidad para garantizar la salud, la educación y el desarrollo integral de su pueblo”, expresó Francisco en la casa.
También dijo que quería disipar “el mito” de que el objetivo de las instituciones católicas era convertir a la gente a la religión “como si cuidar de los demás fuera una forma de incitar a la gente a ‘unirse'”.
Mongolia, de mayoría budista, tiene sólo 1.450 católicos en una población de 3,3 millones y el domingo casi toda la comunidad católica estaba bajo el mismo techo que el Papa.
Este lunes, unas dos docenas de católicos chinos rodearon la caravana del Papa intentando recibir sus bendiciones.
Los devotos, que se identificaron como católicos de China continental y vestían uniformes con la frase “Ama a Jesús“, se agolparon frente a la Casa de la Misericordia.
Cuando la caravana de Francisco salió del centro, cantaron un himno cristiano dedicado al Papa en mandarín e intentaron esquivar la seguridad y llegar hasta su coche.
Una mujer logró pasar el control de seguridad y recibió una bendición. “Estoy demasiado feliz, ahora ni siquiera puedo controlar mis emociones”, dijo la mujer, citada por la agencia de noticias Reuters.
Mongolia fue parte de China hasta 1921 y el viaje del Papa estuvo salpicado de alusiones o llamamientos a la superpotencia vecina, donde el Vaticano tiene relaciones difíciles con su gobernante Partido Comunista.
La frase utilizada por el Papa el domingo -“buenos cristianos y buenos ciudadanos”- es una que el Vaticano utiliza con frecuencia para intentar convencer a los gobiernos comunistas de que dar más libertad a los católicos sólo ayudaría al progreso social y económico de sus países.