¿Y ahora?: la NASA descubrió un planeta que ya no debería existir

El planeta 8 Ursae Minoris b, que orbita una estrella agonizante a unos 530 años luz de la Tierra, debió haber sido destruido por causas naturales. Una misión de búsqueda de exoplanetas de la NASA descubrió un planeta que debió haber sido devorado por una estrella gigante roja y, sin embargo, sigue existiendo. El planeta […]

El planeta 8 Ursae Minoris b, que orbita una estrella agonizante a unos 530 años luz de la Tierra, debió haber sido destruido por causas naturales.

Una misión de búsqueda de exoplanetas de la NASA descubrió un planeta que debió haber sido devorado por una estrella gigante roja y, sin embargo, sigue existiendo. El planeta 8 Ursae Minoris b orbita una estrella a unos 530 años luz de distancia y permanece en una órbita estable y casi circular.

En palabras de la Universidad de Sidney, el episodio tuvo que ser tan violento que debería haber condenado a “Halla” (cómo también se lo conoce) y cualquier otro planeta cercano a “una muerte segura”.

La estrella, llamada Baekdu, se encuentra en una fase vital en la que está quemando helio en su núcleo, una etapa que normalmente se produce después de que una estrella se expande y traga planetas cercanos. Sin embargo, el planeta, que gira en torno a Baekdu, sobrevivió, lo que la convierte en una extraordinaria anomalía en el espacio.

El planeta que no debería seguir existiendo: las teorías

El descubrimiento de esta situación aparentemente imposible, dio lugar a múltiples teorías por parte de los científicos. La principal hipótesis que sostienen es que el sistema estelar que regía en Ursae Minoris era binario, es decir, compuesto por dos estrellas. Una de ellas era una gigante roja que quemaba hidrógeno hasta que se calentó tanto que su núcleo de helio se encendió, y por eso comenzó a encogerse.

La otra, en cambio, era una enana blanca, mucho más vieja y en proceso de quema de helio. El análisis que formula el equipo es que el núcleo de helio de la gigante roja se encendió al tragar a su estrella compañera, lo que detuvo la expansión y salvó al planeta de morir engullido.

“La mayoría de las estrellas están en sistemas binarios, pero aún no comprendemos por completo cómo se pueden formar los planetas a su alrededor. Es plausible que puedan existir muchos más sistemas planetarios inusuales debido a la influencia de los compañeros binarios”, expresó el investigador Marc Hon, de la Universidad de Hawái.