Cantante, compositor, intérprete, frontman de una de las bandas más grandes de América, esposo, padre… El artista nacido con el nombre de Gabriel Julio Fernández Capello llegó a las seis décadas
Este miércoles 24 de julio, Gabriel Julio Fernández Capello cumple 60 años. Mundialmente conocido como Vicentico, su frondoso camino musical de casi cinco décadas puede, apenas, ser resumido en que grabó diez discos de estudio al frente de Los Fabulosos Cadillacsy otros siete en su recorrido como solista. Que en ambas facetas llenó cientos de aforos a lo largo y a lo ancho de toda América, más otros tantos en Europa. Y que, además, se llevó premios, reconocimientos y todo un rosario de logros que, a los artistas de su talla, son cosas que los tienen sin cuidado.
“No es nada Vicentico. Y a la vez, es un personaje que canta canciones. Aunque decirle ‘personaje’ es una estupidez, también. Es como un espíritu que tiene un montón de aristas patéticas, idiotas. A la vez, tiene toda la ternura que tiene el patetismo de los artistas. Pero no es nada, está ahí. No es nada, realmente”, le dijo el propio Vicentico a Teleshow tres años atrás, reflexionando acerca de su existencia artística y el nickname impuesto por sus compañeros cadillacs en la primera mitad de los años 80, basado en un personaje de una telenovela protagonizada por Verónica Castro.
“Si vos me preguntás qué soy, yo soy un día medio nublado en el puerto de Buenos Aires, en los años 30. Esa es la imagen que a mí me gustaría vivir. Sueño con eso todo el tiempo, con los barcos, la playa, el mar… Me identifico con eso y voy atrás de eso, en todo sentido. La música tiene que ver con eso, las letras también; aunque no se note, aunque no esté ahí”, agregó acerca de su personalidad.
Su timbre de voz, como herido, melancólico, es de lo más singular en el rock argentino. Y quizás en el mundo: no hay otro como él. Algo que confirma, pero a la vez, tampoco le da demasiada importancia. “Creo que no hay otro Vicentico en ningún lado, pero no porque sea algo a destacar, sino porque no hay en ningún lado ninguno ni como yo, ni como otro. (…) Claro, yo digo: ‘Tengo algo en la voz que me hace diferente’ y parece que estuviera diciendo algo virtuoso, como: ‘Uy, que groso’. Tengo una voz que me hace diferente. Y esa voz te puede tocar o puede parecerte un asco, pero es como es. Nunca me escapé de la voz que tengo, al contrario. Nunca quise hacer nada diferente de lo que hago. Si algo tiene lo que yo hago o este disco, por ejemplo, es personalidad: no es parecido a nada, no quiero ser parecido a nadie, es lo que me sale. Y cuando me empieza a salir, voy para ese lado. Exagero. Eso es Vicentico”, le dijo a este medio en ese mismo diálogo.
En aquella entrevista, con la excusa de la salida de El pozo brillante, su hasta ahora último álbum de estudio, le preguntamos acerca de su edad y el paso del tiempo a partir de una frase de la canción “Tengo miedo” en donde entona: “Salgan de la caja que se van a envejecer / tiene 20 años y parece 86″. “Mi edad mental creo que debe estar entre los 12 y los veintipico, ponele. Me manijeo con lo que me entusiasma de verdad. Si tengo que ir al estudio, por ejemplo. O si voy a jugar al fútbol, el día anterior ya estoy sobreexcitado, subido al chat, preguntando: ‘¿Cuántos somos?’. Esa es mi edad y no me da vergüenza decirlo porque no es infantil. Pero veo a los chicos, los muchachos de veintipico, enroscados en una re de jovatos, muy preocupados con pelotudeces: quién tiene más views, quién menos. Pero más patético me parece en los más grandes. Hace poco vi a uno de mi edad diciendo: ‘Llegué al millón de visitas’. Pelotudeces que me dan un poco de vergüenza porque están enroscados en una que nunca nos importó. Espero que se rescaten y se aviven de que hay que hacer otras cosas”, dijo al respecto.
Vicentico al frente de Los Fabulosos Cadillacs, en su regreso de 2008 tras casi siete años separados (Télam)
Así las cosas, Vicentico llegó a los 60 años y estos son los seis momentos que definieron el recorrido que hizo hasta acá, tanto en lo artístico como en lo familiar.
1. Su nacimiento
Gabriel Julio Fernández Capello nació el 24 de julio de 1964 en el Hospital Italiano de la Ciudad de Buenos Aires. Cosas del destino, en ese mismo sanatorio y apenas dos días después, también vio la luz Flavio Cianciarulo, quien años más tarde se convertiría en su socio creativo y con quien le dio forma a Los Fabulosos Cadillacs.
La partida de nacimiento de Vicentico dice que es hijo de Adelaida Mangani y Manuel Fernández Capello. Sin embargo, las cosas no serían tan así. “Mi mamá tenía 23 años y estaba casada con Fernández Capello, y a su vez estaba enamorada de Ariel Bufano. A mis 33 años me enteré de que ella no sabía de cuál de los dos yo era hijo. No sabía y no se animó a decirme. Igual, con Fernández Capello se llevaban muy mal y se separaron después de que nací. Cuando nos fuimos a vivir con Bufano, mi vieja me dijo: ‘Él es el tío Ariel’. Me acuerdo perfecto que al tiempo, yo tendría cinco años, y le dije: ‘Che, ¿pero yo te puedo decir papá? Si estamos todos acá viviendo juntos’. ‘Sí, claro, por supuesto, decime papá’. Pero cuando tenía 8 años empecé a preguntarle a mi vieja: ‘Pero ¿cómo es? ¿Tío, papá? ¿Es mi papá o no es mi papá?’. Y mi vieja: ‘Sí, hijo, es tu papá’. Pero había algo raro”, contó Vicentico en 2014 en una entrevista con la revista Gatopardo. Vivió con esa duda hasta 1997, cuando finalmente dio con Fernández Capello, quien vivía en España, y se hicieron un estudio de ADN. Los resultados dieron negativos, con lo cual Gabriel dio por sentado que su padre era, finalmente Bufano.
2. Bares y Fondas, el álbum debut de Los Fabulosos Cadillacs
Estimulado por el arte que reinaba en su casa -su mamá y Bufano eran destacados titiriteros- y la música, Vicentico no sabía a qué se quería dedicar pero sabía que los discos que le escuchaba le provocaban “excitación, insomnio, todas las cosas que la música te puede hacer. Y en casa había un piano, mi mamá lo tocaba, eso siempre estaba”, tal como contó en una entrevista en Vorterix en el año 2012. Al curtir el underground de la época, se fue acercando a otros que andaban en la misma, y así conoció a Flavio, a Aníbal Vaino Rigozzi -antes guitarrista cadillac, hoy manager del grupo y también de Vicentico- y Mario Siperman. Enamorados del ska y sin ser demasiado duchos en la manipulación de los instrumentos, primero se configuraron como Cadillacs 57 y finalmente derivaron en el nombre con el que se los conoce por toda América.
Tres años después de su formación, en 1986 editaron Bares y Fondas, su álbum debut, que contó con la producción de Daniel Melingo, por entonces miembro de Los Twist, una de las bandas que más influyó a Vicentico. “Nos gustó mucho grabarlo. No fue una cosa que hubiéramos esperado demasiado, pero tampoco es algo que no tuviéramos ganas. Teníamos muchas ganas de grabarlo y creo que salió con así, con esa impronta. Con fuerza. El disco es eso”, resumió el cantante en una entrevista con Radio Nacional pocos días después de que saliera el trabajo que incluye hits que resuenan hasta hoy, como “Yo quiero morirme acá”, “Silencio Hospital” y “Basta de llamarme así”.
Los Fabulosos Cadillacs en 1992 (Gentileza LFC Rarezas)
3. El León, el primer gran paso hacia la conquista continental
Después de un pequeño suceso que supusieron los álbumes Yo te avisé (1987) y El ritmo mundial (1988), los Cadillacs experimentaron una especie de bajón creativo y de popularidad que transitaron como pudieron, incluso con más música. El Satánico Dr. Cadillac (1989) y Volumen V (1990) reflejaron esa transición -en la que experimentaron una ampliación sonora que no se cristalizó de la mejor manera- pero el maxisimple de Sopa de caracol (1991) fue sin duda el punto más bajo, algo que señalaron ellos mismos en diferentes oportunidades.
La crisis económica reinante de aquella época hizo que mermaran los shows y los ingresos del grupo se hicieron tan flacos que, varios de ellos, debieron volver a vivir con sus padres ya que no podían afrontar el pago de los respectivos alquileres. En ese contexto, dos integrantes dejaron la banda: Luciano Giugno (más conocido televisivamente como El Tirri) y Naco Goldfinger, que luego de su paso por la música tuvo unos cuántos asuntos con la ley. “Todo se desmoronó muy fuerte. Pero sabíamos que queríamos seguir juntos. Por suerte, con una especie de extraña humildad a pesar de que podíamos creer que estábamos en la cima de todo, seguía pasando algo en el escenario cuando estábamos juntos, entre nosotros, que realmente no importa si hay gente o no”, recordó Vicentico en diálogo con Teleshow acerca de aquella época incierta.
De algún lado surgieron la inventiva y las fuerzas que derivaron en El León, quizás el mejor disco de la primera época cadillac. Con temas destacados como “Manuel Santillán, El León”, “Siguiendo la luna”, “Gitana” y una reversión de “Desapariciones” (Rubén Blades), comenzaron a dar vuelta la situación. El álbum, sin embargo, tuvo un éxito retrospectivo: dos años más tarde, cuando salió el compilado Vasos Vacíos, aquel que incluyó el megahit “Matador”, hizo que muchos posaran la atención sobre el disco que había salido inmediatamente antes. “Con El León no pasó demasiado en el momento, pero empezaban los 90 y había un cambio de era, en general. No solo de nosotros. Nosotros cambiamos con los 90. Éramos una banda de los 80, claramente. Los 90 nos pasaron por encima y también fuimos parte de eso, entramos perfecto ahí. Entendimos y leímos perfecto lo que era la época y yo creo que podemos decir que los Cadillacs somos una banda muy noventera, también”, dijo Vicentico.
Vicentico y Valeria Bertuccelli, protagonistas del videoclip de una versión de “No te apartes de mí”
4. El flechazo con Valeria Bertuccelli
A finales de los 80, Vicentico estaba de novio con una chica llamada Cecilia. Y por el mandato familiar de ella, se terminaron casando. “Yo tendría 22 o 23 años, ni sé por qué me casé. Llegué a la boda riéndome, diciendo: ‘¿Qué estoy haciendo?’. Ella era una mina muy formal, el viejo medio militar. Alguien que nada que ver conmigo, de hecho duré poco. Pero fue un desaste. En un momento de la luna de miel, en Punta del Este, me encontré con una amiga y quedamos en vernos. Le dije a mi mujer: ‘Ahora vengo, tengo que ir a no sé dónde’. Y me fui, no volví por tres días. Un delirio total”, le contó Vicentico a Gatopardo sobre esta relación.
En 1993, en el set de la película 1000 Boomerangs, dirigida por Mariano Galperín, Vicentico divisó a Valeria Bertuccelli, una actriz en ascenso. La atracción entre ellos fue inmediata: se hicieron cómplices muy rápidamente y compartían los tiempos muertos entre escenas… Pero no hubo besos. Recién la última noche tras el rodaje, él la invitó a su habitación y nació el amor. Pocos meses más tarde, ella quedó embarazada y, al tiempo, nació Florián, primer hijo de la pareja. En 2007, nació Vicente, su segundo y hasta ahora último hijo. “Nosotros siempre estamos mucho juntos, porque viajamos juntos y nos dedicamos a lo mismo. Tenemos mucha conexión y tenemos una vida bastante copada. (…) Nos tenemos mucha confianza, el uno con el otro. Acá nos queremos, nos cuidamos entre nosotros”, le dijo Vicentico a Teleshow en 2021 acerca de la dinámica familiar.
5. Su recorrido como solista
Pese a que estaban en un alto momento artístico y de popularidad, a bordo de los singulares álbumesFabulosos Calavera(1997) yLa marcha del golazo solitario (1999), en marzo de 2001 los Cadillacs decidieron separarse por tiempo indefinido. Si bien no hubo un anuncio en concreto, lo cierto es que en aquel momento la banda dejó de hacer presentaciones en vivo y grabar música nueva. En octubre de 2002, el cantante apareció con su primer álbum como solista, titulado Vicentico. “En este momento es un grupo que no está haciendo nada. (…) Hoy es así, pero tampoco es que no tenga ganas de hacer algo con los chicos. Supongo que si en algún momento también los demás tienen ganas, nos vamos a juntar. Fueron dieciocho años de trabajo ininterrumpido, y parar fue un deseo de todos. La banda terminó convirtiéndose en una casa que lo cubría todo, a todo nivel: económicamente, de amistades, y hasta enfermamente, todos los problemas pasaban por el grupo. Así que es un cambio importante: cortar con eso por un tiempo y salir a ver otras cosas”, le dijo en aquel momento a la revista Rolling Stone.
El álbum incluía canciones como “Culpable”, “Se despierta la ciudad”, “Cuando te vi” y una versión de “Algo contigo” que lo enfrentó judicialmente a Chico Novarro, autor del tema. En poco tiempo, Vicentico se ganó su propio público y fue de menos a más, sumando repertorio a medida en que siguió sacando música. Si bien no dejó de componer, también afiló un perfil de intérprete y muchos de los hits solistas que pegó fueron versiones de otros: “No te apartes de mí”, cantada junto a Valeria (Roberto Carlos), “Los caminos de la vida” (Omar Geles), “Paisaje” (de Franco Simone, pero popularizada en Argentina por Gilda), “Solo hay un ganador” (de ABBA, aunque su versión en castellano fue grabada por Pimpinela) y “Sabor a nada” (Palito Ortega) son algunas de las que mezcló entre su cosecha personal.
En 2008, Los Cadillacs volvieron a reunirse con dos funciones en River Plate y una gira con la que recorrieron buena parte de América. A partir de ese momento, la actividad del grupo fue intermitente y Vicentico hizo lo propio con su camino como solista, desarrollando ambas facetas casi en paralelo, sin pisarse.
Vicentico y Valeria Bertuccelli junto a Florián, su hijo mayor
6. Su impronta como cantante y su desarrollo como intérprete
En 2016 salió el, hasta ahora, último disco de Los Cadillacs, una ópera rock titulada La salvación de Solo y Juan, algo que volvió a poner al grupo sobre los escenarios. En la nueva formación aparece Florián como guitarrista y también Astor Cianciarulo, hijo de Flavio, en batería y bajo, algo que le inyectó una nueva energía a la banda.
En 2021, en pleno confinamiento por una segunda ola del coronavirus, Vicentico dio a luz a El pozo brillante, su último trabajo solista. En este ir y venir, siguió desarrollándose como cantante, ya sea para interpretar sus propias composiciones o bien las de otros. “Yo simplemente hago lo que me parece que está bueno. Y tampoco sé si es del todo genial tener mucha libertad para hacer cosas: por ejemplo, al escribir canciones, para mí, lo mejor es tener unos límites en donde moverme y a partir de ahí, tratar de inventar… Por lo menos para la canción pop, que hay que tratar de transmitir algo en 3 minutos, 4 minutos”, explicó a Teleshow sobre su método.
Y lo diferenció de su tarea como intérprete: “Cuando yo canto canciones de otras personas, que son palabras de otros, ahí más que pensar en si uno es libre o no, se trata de pensar en qué cosa uno quiere transmitir, qué cosa uno quiere contar o de qué modo uno quiere intentar conmover a la otra persona y empatizar con el otro. O sentir que al otro le está pasando lo mismo. Es más como reconocerse, definirse con el otro. Lo lindo de hacer canciones y de tocar en vivo es que hay un momento en que estás sintiendo lo que está sintiendo el otro, por la razón que sea. Entonces ahí te sentís parte de algo, te sentís otro humano más. Aunque también estamos todos solos por cada lado, pero ahí es donde nos juntamos en algo”.