“Mi madre nos la ponía difíciles a veces, y nos decía, ¡Yo no sé qué está mal con ustedes gente joven! ¡Se piensan que cayeron de un cocotero!” (Discurso de Kamala Harris del 10 de mayo de 2023).
Que tenía que ser una mujer, no hay duda. Que tenía que ser negra, tampoco. El problema es que si los demócratas querían asegurase -en realidad incrementar las chances- de una victoria frente Donald Trump, esa mujer debía llamarse Michelle Obama y no Kamala Harris.
La interna de una decisión
En estas últimas semanas Joseph “Joe” Robinette Biden Jr. hizo hasta lo imposible para seguir siendo el candidato presidencial demócrata. Finalmente, la presión fue demasiada -Joe y los suyos ven a Barak Obama como el “maestro titiritero” detrás de todo el “complot”- y el domingo a la 1:46 PM, desde su casa de vacaciones en Rehobot, Delaware, donde se asiló el jueves con un diagnóstico de COVID, anunció su paso al costado.
La casa de los Biden en Rehobot, Delaware, donde la “oligarquía” que rodea al Presidente de los EE.UU. decidió este viernes su renuncia a la candidatura por un segundo mandato. Al final el “vil metal” pudo más.
La primera señal fue la llegada de su hija Ashley y su yerno Howard el sábado a la tarde, lo que sugiere que la decisión la habría tomado luego de discutirlo “en familia” con su esposa Jill, su hermana Valerie Biden, su hijo Hunter y su amigos más íntimos Ted Kaufman, Jen O’Malley -jefa de campaña-, Mike Donillon y Steve Ricchetti (quien lo acompañó para presentar la renuncia).
Pero no fueron los años, ni la salud, ni la creciente presión de sus correligionarios lo que parece haber impulsado la decisión, sino el cierre de las billeteras y carteras de sus principales contribuyentes.
En las 24 horas posteriores a ser declarado culpable de 34 felonías por un tribunal de Nueva York a fin de mayo, Donald Trump recaudo u$d 53 millones. Veinticuatro horas después de ser nominada, Kamala Harris, recolectó u$d 49.6 millones.
A fin de junio cuando el neto entre lo que entró y salió fue de tan sólo u$s3 millones, después de “quemar” u$s243 millones que lleva recaudados, a la campaña de Biden le quedaban u$s96 millones en el banco, a la de Trump… u$s128 millones.
Los candidatos
La decisión estuvo lejos de ser sorprendente, si se quiere el timing si, ya que la cúpula de la Casa Blanca fue informada apenas un minuto antes de hacerse oficial y recién media hora más tarde se revelaba quien seria su delfín, quedando en el camino toda una serie de reuniones de campaña que habían sido confirmadas para esta semana, tan solo el viernes.
Los candidatos para sucederlo eran varios: Gretchen Whitmer, la gobernadora de Michigan; Josh Shapiro, de Pennsylvania y Gavin Newsom de California (quienes se cuidaron mucho de no presionar -en público- a Biden para que renunciara a la candidatura), pero finalmente la bendición fue para su vicepresidente Kamala Harris, quien nunca estuvo dentro del circulo íntimo de la Casa Blanca, pero venía preparando las cosas hace mucho.
Kamala Harris asumió la vicepresidencia de los EE.UU. esperando que Joe Biden tuviese que retirarse antes de terminar su mandato. Su paciencia recién ahora ha rendido sus frutos.
Hay que entender que más allá de la política o la furia de Biden con “los propios” (en especial Barak Obama y Michelle -cuyo futuro presidenciable queda ahora destruido-) Kamala es quien presenta menos cuestionamientos prácticos -no descartemos alguna acción por los republicanos- para el traspaso de la nominación: el dinero fue donado a Joe Biden (3.904 de 3.949 delegados lo apoyaron en la primaria) y no a otros candidatos.
Kamala Harris nunca fue la mejor candidata para suceder a Joe Biden como potencial presidente de los norteamericanos. El velado enfrentamiento entre los Obama y Biden fue lo que termino marcando su suerte
Si bien hasta ahora la Harris estaba un par de puntos debajo de Joe Biden en las encuestas, esto obedecía básicamente a una cuestión jerárquica y el consenso es que, siendo ahora la candidata demócrata para liderar los EEUU, será capaz de mejorar el resultado que hubiera tenido el actual presidente en noviembre. Una encuesta de la CNN luego del debate Trump/Biden la colocaba a Kamala dos puntos abajo del millonario, a su jefe a 6.
Los problemas de Kamala
Si alguna vez Kamala Harris tuvo algunas características “interesantes” para el electorado joven, el de izquierda y el de color, quienes han venido abandonado a Joe Biden (las encuestas le dan 7 puntos menos entre los afro-americanos que hace 4 años), quedaron desdibujadas por su subordinación/obsecuencia al presidente norteamericano.
Uno de sus problemas de la vicepresidente es que no cuenta con una base propia de votantes (en la primaria 2020 apenas el 4% de los demócratas la apoyaban, antes de renunciar a su candidatura).
En lo político se presentó siempre como una candidata de centro a centro izquierda, sin nunca definir una identidad ideológica, siendo más que nada una pragmática dispuesta a evolucionar, que de alguien movido por la ideología.
La vicepresidente Harris apenas consigue unos pocos votos más que Joe Biden entre el electorado negro, de los estados que definirán quien será el próximo presidente de los EE.UU.
Sumemos a esto que a pesar de toda la “media training” a la que ha sido expuesta, no resulta una persona “querible” para el ciudadano medio y que sus dotes de comunicadora dejan mucho que desear.
A principios de la semana pasada una encuesta de Blue Labs, analizando la intención de voto por 4 posibles reemplazantes de Biden, entre los probables votantes de los siete estados claves (Nevada, Arizona, Wisconsin, Michigan, Pennsylvania, North Carolina y Georgia; los que en definitiva determinarán quien será el presidente) encontró que todos superaban al presidente por 5 puntos; Kamala Harris que incluso empeoraba los guarismos de Biden en Arizona, Nevada y Michigan, por apenas 3…
La candidatura de la vicepresidente está reimpulsando el accionar del ala proaborto, Black Lives Matter, el movimiento LGTB+, y la prensa “progre” y “progre vergonzante” de los EE.UU. (y todo el mundo).
Pero en el otro frente en que venía fallando el octogenario, el más importante, el de la población de color, siendo la Harris hija de un inmigrante jamaiquino (economista post keynesiano) y una hindú (biomédica), de clase media alta y casada con un millonario de origen judío (Doug Emhoff), está lejos de ser vista como una “del palo” por la población “negra”, de hecho propios y ajenos suelen referirse a ella -algo despectivamente- como “marrón”.
Por su pasado como una fiscal “de mano dura”, su origen socio-racial y su matrimonio con el millonario blanco Doug Emhoff , Kamala Harris no es percibida como una de “los propios” por el electorado afroamericano” de los EEUU. Su posición frente a la guerras entre Israel y Hamas, a pesar de estar casada con un judío, siembra dudas entre la colectividad norteamericana.
El electorado negro es históricamente el 25% de la base demócrata. Otra encuesta de la semana previa, esta vez de Split Ticket/Data For Progress, entre los probables votantes negros de esos siete estados claves encontró que 72% de los hombres y 79% de las mujeres negras, estaban dispuestos a votar por Biden. Por la Harris eran 72% y 79%, es decir, no movía de manera fundamental el amperímetro.
Un logro que deberá ser inmenso
Quedan 28 días hasta que la Convención Demócrata nomine a Kamala Harris como la candidata oficial del Partido a la presidencia de los EEUU y 106 días para la elección del 5 de noviembre. Si lo logra, será un logro inmenso.
Por lo pronto, deberá resolver en el frente interno el enfrentamiento entre su propia gente, quienes venían comandando la campaña de Biden y quienes fueron con los tapones de punta en contra del Presidente (a pesar de su “renunciamiento histórico”, hasta el ultimo día será una figura de poder dentro del partido).
Luego debe escoger al que la acompañará en la formula, quien de no mediar una sorpresa surgirá de la lista: Josh Shapiro, Mark Kelly (senador por Arizona), Gretchen Whitmer, Andy Beshear (gobernador de Kentucky), JB Pritzker (gobernador de Illinois, y lo que es mas importante, billonario) y Gavin Newsom. Entre las mujeres, Gina Raimondo, la secretaria de Comercio es la más candidateable.
Por último, está la cuestión de la campaña, donde seguramente apelará a la idea de que ella, habiendo sido fiscal y fiscal general de California gran parte de su vida, representa el bien y la justicia (lo cual presenta algunos baches), mientras Tump es un mero criminal. Una simple reedición del mote de su campaña 2020: “prosecutor for president” o una fiscal para presidente.
El problema es que a esta altura no se trata de convencer a los norteamericanos que no voten por Trump, sino de algo mucho más difícil, que voten por ella.