Huracán consiguió una importante victoria por 1-0 sobre Independiente en el Estadio Tomás Adolfo Ducó, en Parque Patricios, y con un partido de más, alcanzó nuevamente la punta de la Liga Profesional.
El comienzo del encuentro fue favorable para Huracán, que controló el balón ante un Independiente que no logró asentarse en el mediocampo y perdió la posesión ante la presión del local. Para empeorar la situación, el equipo de Julio Vaccari sufrió la baja temprana de Adrián Sporle, quien tuvo que salir lesionado por un posible desgarro en el isquiotibial.
Pese al buen arranque de Huracán, la defensa de Independiente se mostró sólida, lo que permitió al visitante generar algunas jugadas de contragolpe e inclinar la balanza a su favor a partir de la mitad del primer tiempo. La superioridad de Independiente se tradujo en un remate de Gabriel Ávalos que puso en aprietos a Hernán Galíndez, seguido de un tiro libre de Santiago Montiel que pasó cerca del arco. No obstante, antes del descanso, el “Globo” estuvo a punto de abrir el marcador con un intento bombeado de Rodrigo Cabral que casi sorprende al arquero Rodrigo Rey.
Ya en el segundo tiempo, Lucas González desperdició una clara oportunidad con una mala definición. Finalmente, a los 14 minutos, Huracán concretó el único gol del partido: tras una recuperación en defensa, Rodrigo Echeverría lanzó un pase preciso para Walter Mazzanti, quien escapó por derecha y definió con categoría ante la salida de Rey.
El gol le dio a Kudelka margen para realizar cambios, permitiendo el ingreso de Williams Alarcón -quien no fue convocado a la selección de Chile por lesión-, Ramón Ábila y Héctor Fértoli. Por su parte, Vaccari mandó a la cancha a Nicolás Vallejo, Ignacio Maestro Puch y Alexis Canelo, apostando a un juego de pelotazo que no resultó eficaz.
En los últimos minutos, Huracán dominó el ritmo de juego y estuvo cerca de aumentar la ventaja, pero Rodrigo Rey le negó el gol a Fértoli. El partido finalizó en un ambiente de celebración en el Ducó, donde los hinchas de Huracán vuelven a ilusionarse con un equipo sólido que no perdona.