En una apretada final de la Copa del Mundo, los Springboks defendieron con éxito el título obtenido hace cuatro años en Japón al vencer por 12-11 a los All Blacks en París para convertirse en los más ganadores en la historia en la RWC, con cuatro títulos en ocho participaciones.
El arranque del partido se le hizo cuesta arriba a Nueva Zelanda, que se vio rápidamente en desventaja numérica, porque sufrió la amonestación de Shannon Frizzel por una entrada ilegal a Mbongeni Mbonambi, quien tuvo que dejar la cancha por una lesión en la rodilla.
Con un Eben Etzebeth implacable en defensa y con un gran trabajo de los forwards en las formaciones, Sudáfrica aprovechó cada infracción que le dio su rival y, en un encuentro con mucha presión y pocos espacios, el pie de Handré Pollard hizo la diferencia: a los 20 minutos, el diez dejó el tanteador 9-3 con tres penales contra uno de Richie Mo’unga.
Los All Blacks, por su parte, cayeron en imprecisiones -especialmente en el line- y volvieron a verse desconcertados y a sufrir por su indisciplina: a los 28′, el hombro de Sam Cane golpeó la cabeza de Jesse Kriel y el capitán fue expulsado a través de la regla Búnker, mientras Pollard sumó otra vez. Al descanso, 12-6 para los Boks, porque el apertura neozelandés volvió a descontar.
En el arranque del complemento, fueron los Springboks quienes perdieron un jugador por la amonestación a Siya Kolisi y fue ahí cuando Nueva Zelanda comenzó a crecer, intentando aprovechar la igualdad numérica temporaria. Los de negro tomaron el control de las acciones y presionaron en campo rival.
Una corrida espectacular de Mo’unga le servía el try a Aaron Smith, pero un knock on previo anuló la acción. Un aviso de lo que vendría, porque los All Blacks siguieron intentando y llegaron a través de Beauden Barrett, luego de una pelota que se le cayó a Mark Tele’a. Sin la conversión desde la esquina, el 12-11 dejaba todavía a los sudafricanos en ventaja.
A falta de siete minutos para el final, otra vez la indisciplina complicó la historia para los africanos y una infracción de Cheslin Kolbe (amonestado) le dio la chance a Jordie Barrett. Pero el centro falló desde mitad de cancha y le dio otra vida a Sudáfrica, que no la desaprovechó: con el tiempo jugando a su favor, le bajó el ritmo al partido y aguantó hasta que llegó el pitazo de Wayne Barnes para el desahogo final.
De esta forma, y otra vez bajo el liderazgo de Kolisi, el pie de Pollard y un plantel espectacular, los Springboks abrocharon su segundo título en forma consecutiva y son ahora los más ganadores de la historia de los Mundiales, con cuatro conquistas y ganándole nuevamente un partido decisivo a los All Blacks, tal como sucedió en la RWC 1995.