La gente anda diciendo

La gente anda diciendo que la semana cerró con una nueva jugada económica que encendió alarmas: los mercados de cambio enfrentan una presión creciente sobre el peso, y el Banco Central tuvo que salir a intervenir tras una caída del 2,7 % del dólar mayorista en la semana, en un contexto de reservas negativas y un […]

La gente anda diciendo que la semana cerró con una nueva jugada económica que encendió alarmas: los mercados de cambio enfrentan una presión creciente sobre el peso, y el Banco Central tuvo que salir a intervenir tras una caída del 2,7 % del dólar mayorista en la semana, en un contexto de reservas negativas y un déficit externo que no cede.

Se escucha que, en paralelo, el campo quiere marcar su territorio antes de la subida de retenciones: las exportaciones de soja y derivados alcanzaron 6,1 millones de toneladas en junio, aunque con el nuevo esquema tributario vigente desde el 1° de julio, muchos advierten que el horizonte no será tan promisorio.

Dicen que, frente a estos desafíos macro, la crisis del fentanilo contaminado se agrava: ya son 48 las muertes confirmadas y más de 76 casos registrados en varias provincias. El escándalo sanitario suma errores de fábrica, controles laxos y familias que claman justicia.

La gente anda diciendo también que el ajuste libertario sigue en carrera: Milei fue anfitrión de la cumbre del Mercosur y avanza con permisos para portar armas y controles policiales más flexibles, mientras en Buenos Aires y la provincia de Córdoba su espacio político está en plena reorganización.

Se escucha que esa reconfiguración se refleja también en el fútbol: tras la eliminación de Boca y River del Mundial de Clubes, Milei reavivó la idea de privatizar los clubes mediante sociedades anónimas, enfrentándose a la AFA y encendiendo el debate público.

Dicen que mientras el Gobierno festeja el crecimiento proyectado del PIB –BBVA estima +5,5 % para 2025– también se habla de dólar disparado y salarios que se diluyen en la inflación.

La gente anda diciendo que, pese a esos titulares económicos positivos, el malestar se siente: sindicatos, universidades y centros de estudiantes volvieron a protestar en la calle contra la “motosierra” del recorte educativo y científico, reclamando presupuesto, salarios y libertad de cátedra.

Se escucha que el escándalo judicial de Cristina sigue dando capítulos: esta semana desde su casa acusó en X a Milei de “quedarse con la guita de las provincias” y lamentó que “a media Argentina no le alcanza” mientras el sector no financiero fugó casi US$3.200 millones en mayo.

Dicen que el Gobierno respondió con frialdad: el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, afirmó que “los indicadores muestran una mejora sustancial” y cuestionó la perspectiva de quien está “en prisión domiciliaria”.

La gente anda diciendo que este país camina en difuso equilibrio: entre recortes, protestas, balanzas económicas, escándalos sanitarios y redes sociales encendidas, cuesta encontrar un rumbo claro.

Dicen que para enderezar el barco hacen falta más que cifras oficialistas: se necesitan controles efectivos, diálogo institucional, derechos preservados y la evidencia de que detrás de los números está la vida del pueblo.