La gente anda diciendo

La gente anda diciendo que la semana comenzó con los mercados en alarma: el dólar mayorista volvió a tensarse e hizo que el Banco Central interviniera tras una fuerte caída del peso. A tal punto que JPMorgan recomendó retirar inversiones, y analistas advierten que el déficit fiscal sigue lejos de cerrarse. Se escucha que, en…

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La gente anda diciendo que la semana comenzó con los mercados en alarma: el dólar mayorista volvió a tensarse e hizo que el Banco Central interviniera tras una fuerte caída del peso. A tal punto que JPMorgan recomendó retirar inversiones, y analistas advierten que el déficit fiscal sigue lejos de cerrarse.

Se escucha que, en paralelo, el campo levantó bandera: las retenciones recién implementadas llegaron justo cuando se alcanzó un récord de 6,1 millones de toneladas de soja exportada en junio, lo que deja entrever que el aparente boom agrícola no paliará del todo las tensiones con el agro.

Dicen que la tragedia por el fentanilo contaminado no afloja: las muertes ya son 48 y los casos sospechosos superan los 76. La falta de controles y responsabilidades claras vuelve a exponer las grietas del sistema sanitario.

También comentan que la cruzada del Gobierno contra la estructura estatal ganó otro capítulo: se disolvió Vialidad Nacional, más el cierre de INTA, INTI y otros entes, dejando a más de 5.000 trabajadores en la calle. ATE marchó y advirtió sobre impactos en rutas, ciencia y desarrollo.

Se escucha que, de fondo, crece el rumor sobre un plan de espionaje ilegal: periodistas, opositores y académicos siguen denunciando hackeos y seguimientos simulados bajo el pretexto de “monitorear la opinión pública.”

Dicen que la diplomacia regional sacó a relucir tensiones inesperadas: en la Cumbre del Mercosur, el presidente Lula visitó a Cristina Kirchner bajo arresto domiciliario, en un gesto que para muchos simboliza una crítica abierta a la proscripción y al lawfare.

Mientras tanto, Milei presume de superávit fiscal (790.000 millones de pesos en junio, casi 1% del PIB) y de dominar la inflación (estimada en 1,6% mensual). Dicen que, sin embargo, ese superávit se logra con antimercados: vetos al Senado, recortes y ataques a los jubilados.

Se escucha que, en el Sur, se vivió una ola invernal histórica: ante temperaturas extremas, el Gobierno limitó el suministro de gas industrial para priorizar a los hogares, evidencia clara de una política de subsidios desordenada.

Y dicen que la crisis se siente en el transporte: huelgas de controladores aéreos y de personal médico (como la marcha del Hospital Garrahan) generaron múltiples cortes, reflejando la bronca acumulada por la precarización laboral.

La gente anda diciendo que mientras se llenan los titulares de cifras festivas —dólar contenido, superávit, soja récord—, la Argentina se desarma por dentro: se desmantela el Estado, crecen los despidos, se ignoran las muertes por fentanilo, se espía a la prensa y se vacían lugares clave que sostenían ciencia, educación y caminos.

Dicen que gobernar no es maquillar datos, sino fortalecer derechos; que no alcanza con superávit fiscal si no hay justicia comunitaria y dignidad para los sectores históricamente desprotegidos.

La gente sigue diciendo que sobran razones para movilizarse, organizarse y exigir un país donde las estadísticas avalen vida, no sólo números. Porque donde el poder elige recortar instituciones, el pueblo pone su voz y su cuerpo para reconstruirlas.