La gente anda diciendo que el dólar volvió a ser protagonista, que los precios no paran de subir y que el ajuste lo siguen pagando los de abajo. En una semana marcada por decisiones económicas de alto impacto, el Gobierno de Javier Milei avanzó con medidas que profundizan la incertidumbre y el malestar social.
El levantamiento parcial del cepo cambiario, tras seis años de controles, generó un furor inicial por la compra de dólares. La cotización oficial superó los 1.200 pesos, aunque luego se estabilizó en torno a los 1.160. Sin embargo, esta aparente calma cambiaria vino acompañada de aumentos preventivos en los supermercados de hasta un 9%, alimentando la inflación y golpeando el bolsillo de los trabajadores.
En paralelo, se formalizó un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por 20.000 millones de dólares. El pacto incluye metas de superávit fiscal, acumulación de reservas y liberalización del tipo de cambio. Si bien el Gobierno celebra el respaldo internacional, muchos sectores advierten que estas condiciones implican más recortes en áreas sensibles como salud, educación y jubilaciones.
Mientras tanto, en las calles, las protestas no cesan. Jubilados, docentes y trabajadores estatales volvieron a manifestarse contra el ajuste, siendo nuevamente reprimidos. La respuesta oficial ha sido descalificar a la prensa crítica, calificándola de “sicarios” y “basura mentirosa”, en un intento de silenciar las voces disidentes.
En el ámbito internacional, Milei fortalece su alianza con líderes como Donald Trump, Nayib Bukele y Daniel Noboa, compartiendo una visión ultraderechista que prioriza el mercado por sobre el bienestar social.
La gente anda diciendo que este modelo económico no cierra, que las promesas de libertad se traducen en más pobreza y que el futuro se ve cada vez más incierto. Es hora de escuchar esas voces y repensar el rumbo del país.