La gente anda diciendo que mientras el gobierno nacional predica austeridad, ajusta sin piedad y recorta fondos esenciales, los gobernadores de todo el país se plantan y dicen basta.
En las últimas semanas, la tensión entre la Casa Rosada y las provincias alcanzó un nuevo pico. El presidente Javier Milei eliminó por decreto el Fondo de Fortalecimiento Fiscal de la provincia de Buenos Aires, una medida que Axel Kicillof calificó como un “robo de recursos” a los bonaerenses. No es un caso aislado: Chubut, Santa Cruz, La Pampa, Río Negro y otras provincias también denunciaron recortes arbitrarios que afectan la coparticipación y los fondos para transporte, salud y educación.
Se escucha en la calle que el gobierno central aplica la motosierra con saña sobre las provincias que no se alinean políticamente, mientras premia con recursos a las que considera afines. Un federalismo a la carta, donde la solidaridad se exige a los demás, pero no se practica desde el poder central.
Pero la motosierra no se detiene en las provincias. También apunta a la libertad de prensa. La gente anda diciendo que el gobierno de Milei ha emprendido una cruzada contra los medios y periodistas que se atreven a cuestionarlo. En su primer año de gestión, el presidente protagonizó 56 agresiones contra la prensa, según el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), que contabilizó un total de 173 ataques, en su mayoría provenientes de funcionarios públicos.
La semana pasada, el asesor presidencial Santiago Caputo quedó en el centro de la polémica al intimidar a un fotógrafo durante un acto público en Buenos Aires. Caputo, considerado uno de los hombres más poderosos del Gobierno, reaccionó violentamente al ser fotografiado, llegando a tomar la credencial del reportero Antonio Becerra y fotografiarla. El hecho generó un fuerte rechazo por parte de organizaciones como Amnistía Internacional, FOPEA y la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, que calificaron el acto como una intimidación grave y un ataque a la libertad de prensa.
Estos episodios reflejan un clima de hostilidad hacia quienes piensan distinto y se atreven a expresarlo. Mientras tanto, el presidente se enfrasca en disputas ideológicas y viajes al exterior, desatendiendo las urgencias del país real.
La gente anda diciendo que es hora de que el gobierno escuche el clamor de las provincias y retome el camino del diálogo y el respeto institucional. Porque sin federalismo no hay Nación, y sin justicia social no hay futuro.