La protagonista del musical celebró su gran momento sobre las tablas. El desafío de capitanear un equipo y la expectativa por lo que vendrá
Laurita Fernández llega al encuentro con su sonrisa que la caracteriza y que va a mantener durante toda la velada. La protagonista de Legalmente Rubia, la capitana de la aventura musical inspirada en el libro de Amanda Brown, recibe a la prensa con la ansiedad de quien no se aguanta las ganas de dar una buena noticia. Es que, como dirá con el correr de la noche, en momentos difíciles como este, cualquier mimo entra en valor. Y en este contexto, subir cada noche al escenario con artistas talentosos, en una obra que hace reír y se permite emocionar, es un motivo para celebrar.
Pero todo tiene un principio, y allí no había nada que presagiara este momento más allá del entusiasmo y el talento. No es poco, pero tampoco es garantía de nada. La actriz recibió la propuesta de Carlos Rottemberg, productor general junto a su hijo Tomás, y no lo dudó. Enseguida, tuvo una señal. El día del primer ensayo, se vistió con la remera rosa que caracteriza la puesta, y se vio reflejada en sus compañeros y compañeras. La figura de ponerse la camiseta -y transpirarla, y defenderla- fue una premisa que adoptaron de manera casi inconsciente, sin necesidad de ponerse de acuerdo. “No sabíamos lo que íbamos a vivir después. Y siento que hoy la tenemos tatuada y la llevamos con orgullo en cada función”, asegura.
El equipo de Legalmente Rubia reunió a la prensa en un restaurante de calle Corrientes para anunciar que la obra, que proyectaban para un par de meses en cartel, se extiende hasta la primavera. El eslogan continuado de “a pedido del público” y “localidades agotadas” se cristaliza en la producción que sale a la cancha en el Teatro Liceo. Y con la protagonista, -perdón, la capitana-, posan sus compañeros. Los visibles, conformados por un actor de oficio, tablas y años como Mario Pasik, jóvenes talentos del musical como Fede Salles y Santi Ramundo y Virginia Demo, de fulgurante aparición mediática en Gran Hermano pero con un sólido recorrido en el off. Y junto a ellos, el cuerpo de baile, productores, vestuaristas, iluminadores y todos aquellos que por lo general no salen en la foto y a quienes ella invita con particular énfasis.
¡Hay equipo! Laurita Fernández con la crew de Legalmente Rubia, uno de los éxitos de la cartelera porteña
“Me siento muy bendecida de que podamos vivir de lo que nos gusta hacer”, dice Laurita, micrófono en mano y con la mirada recorriendo todo el salón. “Y eso habla de toda esta cadena, que ojalá sea el comienzo de una rueda que nunca pare, que siga produciendo, porque es trabajo para muchas familias”, agrega.
Más allá de cierto boom del género musical, cuya capacidad de sorpresa alcanza a alguien con tanto recorrido en la producción como Rottemberg, nadie podía saber a ciencia cierta qué iba a pasar con la obra. Las incertidumbres de cada estreno, las peripecias económicas, el humor social, las internas de un elenco son algunos de los factores que pueden conspirar contra las buenas intenciones.
“Una siempre tiene expectativas y ganas, pero sabíamos que era un año muy difícil para el país, un momento de mucha incertidumbre para la gente, y poder seguir en cartelera hasta septiembre es una bendición y un regalo”, empatiza la conductora. Y a continuación, suelta una explicación del fenómeno: “Habla de lo buena que está la obra, de lo lindo que es el espectáculo, de que es una comedia para pasarla muy bien en familia y de todo el equipo humano que la compone. Y yo me siento orgullosa de ser parte de este equipo”.
Más que parte, Laurita es capitana, como la definen cada uno de sus compañeros. Un rol que parece caerle en un momento de plenitud en su carrera, con la fuerza de la juventud y la sabiduría que se cosecha tanto en los éxitos como en los tropiezos: “Trabajé con enormes capitanes y tuve experiencias donde no me sentí tan representada”, admite, y de inmediato revela qué aprendió en este recorrido sinuoso.
La complicidad de Carlos Rottemberg y Laurita Fernández
“Sentía que, si algún día me tocaba ocupar ese lugar, lo iba a hacer con el mayor compromiso posible, queriendo siempre lo mejor para el equipo y para el espectáculo, porque es donde podemos brillar todos”, se entusiasma, haciendo buen alarde de la cinta. “Y lo trato de vivir con esa responsabilidad, pero sin dejar de disfrutar, de celebrar y de pasarla bien en el día a día, porque es un sueño hecho realidad. La rutina te puede hacer olvidar que lo que estamos haciendo es increíble, que el teatro cada noche es una fiesta maravillosa, y tenemos que ser conscientes de eso”.
Por fuera de los números y los análisis, hay cuestiones intangibles que no se pueden explicar demasiado y allí entran asuntos como el de la química para formar un buen grupo. “El equipo a veces sucede y otras veces, no”, simplifica la actriz, sin dar tantas vueltas. “Hay veces que la experiencia queda en un lindo proyecto y ya, y otros, como este, que es muy especial. Es una obra que todos la deseábamos hacer hace mucho, y eso también habla del compromiso que tenemos para con el espectáculo. Creo que eso se traduce en escena y que la gente lo recibe muy bien”, finaliza, lista para posar una vez para las fotos. Con la sonrisa de siempre. Y con más entusiasmo que nunca.