“Los simuladores”, la serie sobre un grupo de justicieros anónimos que resolvían problemas de gente común que revolucionó la TV argentina a comienzos de siglo, cumple este lunes 20 años de su primera emisión en Telefe erigida en un verdadero clásico nacional y con la vigencia que justifica su recién anunciado regreso en forma de película, ya en desarrollo para 2024.
Por supuesto volverán a ser de la partida sus cinco creadores: el cerebro, escritor y director de la recordada serie, el cineasta Damián Szifron, y sus cuatro protagonistas, Federico D’Elía, Diego Peretti, Alejandro Fiore y Martín Seefeld.
“Mi postura y la del resto del equipo es que queríamos hacer algo más, pero nos pasaron muchas cosas, la vida. Es mucho tiempo 20 años, aparecieron hijos, proyectos, intereses diferentes. Pero el deseo estuvo siempre latente, nos queremos, nos seguimos viendo”, confía D’Elía en charla con Télam, a minutos de que se confirmara el proyecto del “revival”.
La película lo volverá a reunir con el grupo de amigos que en el 2000 grabó un piloto con la idea de presentarlo en algún canal de cable, con dinero propio y en condiciones presupuestarias limitadas, y que acabó dando vida a una de las ficciones televisivas más importantes de la historia argentina, multipremiada y con remakes en Chile, España, México y hasta en Rusia.
Tal vez se ubique en el podio junto a “Okupas” (2000, de Bruno Stagnaro): cada una a su manera, llegaron para romper los moldes de lo que suponía la narrativa televisiva y leyeron la crisis del país de tal modo que a dos décadas se sienten profundamente actuales.
Si “Okupas” daba cuenta del deterioro social y de una generación de jóvenes sin rumbo en la Argentina post-menemista, “Los simuladores” proponía una solución casi fantástica. Donde el sistema, la política y las instituciones no podía o no quería actuar, lo haría el grupo de justicieros.
“Conozco un grupo de personas que resuelven problemas, problemas que nadie más puede resolver”, decía en cada episodio un cliente satisfecho, y abría para alguien en apuros una puerta de esperanza.
Como superhéroes, siempre listos, entraban en escena cuatro socios con habilidades específicas que salían al rescate a través de lo que llamaban “operativos de simulacro”, que consistían en engañar a quienes generaban el problema del cliente.
Ellos eran Pablo Lamponne (Fiore), dedicado a la técnica y movilidad; Gabriel Medina (Seefeld), investigación; Emilio Ravenna (Peretti), caracterización; y Mario Santos (D’Elía) en la logística y planificación.
Sus planes estaban basados en el razonamiento científico y una detallada investigación, pero no estaban exentos de tensión. A menudo pendían de un hilo, pero siempre salían bien.
Aquel primer episodio emitido el 21 de marzo de 2002, el piloto que luego tendría el título de “Tarjeta de Navidad” y que tenía al equipo abocado a ayudar a que un hombre (Claudio Rissi) recuperara el amor de su esposa (Carola Reyna), ya tenía todas las marcas que distinguieron sus dos temporadas.
El humor, la estructura, los homenajes al cine y las series (desde Sherlock Holmes y “Brigada A”, pasando por “Misión: Imposible” y el “Superagente 86”, entre muchos títulos más), el guiño “argento”, el optimismo de que cualquier problema tiene solución y su universalidad.
“Era un producto tan sofisticado, tan avanzado, que podía salir al aire prácticamente como lo habían hecho. No se notaban las limitaciones, las condiciones de urgencia en las que el equipo había hecho el piloto, con cortes de luz, ausencia de presupuesto. En ese piloto estaban todas las reglas de juego que la serie tuvo hasta el final”, recuerda Axel Kuschevatzky.
El productor, hoy afincado en Los Ángeles, conocía hacía tiempo a Szifron y gracias a eso pudo ver el piloto recién editado. Lo vio e inmediatamente lo llevó a Telefe, donde era asesor de la dirección de programación en la época de la gestión de Claudio Villarruel y Bernarda Llorente: “Esto fue una de las primeras cosas argentinas que dije ‘esto no lo puedo dejar escapar’, lo llevé y la reacción fue inmediata, todo el mundo enloqueció y dijeron ‘esto es diferente, esto es otra cosa’”.