“Quería un cumpleaños distinto, se lo propuso, lo diseñó, lo dijo y lo concretó”.
Ese había sido uno de los objetivos de Rodrigo para sus 27 años, el 24 de mayo del 2000. Generoso y desinteresado, a la hora de soplar las velitas, siempre su deseo era el mismo, según contó en varios programas: “Salud para todos los nenes enfermos en los hospitales y que pare la lluvia, por la gente que tiene casas precarias”.
Eran tiempos diferentes en la vida del Potro cordobés. Luego de una década de trabajar, el fenómeno había explotado y bien podría decirse que en sus últimos meses vivió muchas vidas. Tras realizar 13 Luna Park -batiendo el récord existente hasta ese entonces- se tomó unos días para viajar con su novia Alejandra Romero y celebrar su cumpleaños en Estados Unidos. También fue agasajado en Buenos Aires y días más tarde viajaría a Cuba a presentarle “La mano de Dios” a Diego Maradona.
Su año no se detendría: le seguiría una gira por todo el país, la grabación de Planeta Rodrigo -aún con Rodrigo a 2000 en la cima- y la realización de una película para el mes de septiembre con guion de Jorge Guinzburg. Todo eso lo anunciaba feliz en su fiesta de cumpleaños. Sin embargo, vivió solo un mes sus 27. 31 días después fallecía en un accidente de tránsito en la autopista Buenos Aires- La Plata. El papá de Ramiro, que en ese entonces tenía apenas tres años, dejó un legado musical que aún esta vigente.
“Estaba re contento, muy feliz”, recordó Alejandra Romero en diálogo con Teleshow sobreel último cumpleaños del ídolo. La ronda de festejos, que duró varios días, comenzó en Miami. El día anterior habían ido a cenar y pasadas las doce comenzaron a celebrar: “Fui al mostrador a ver si nos podían dar una torta, no había, así que usaron un helado. A las 12 vino de sorpresa la moza con esa torta simbólica y una vela, él se tiró torta en la cara, la gente cantaba”.
En las imágenes de aquella noche, estaba Alejandro, hermano de Alejandra. Es que, siempre generoso con los que lo rodeaban, el músico le había querido dar una sorpresa a su pareja y le había preguntado quién era la persona en el mundo en la que más confiaba: “Le dije que él, me dijo que mencionara a alguien más, le dije que a mi hermano, entonces lo encontré a mi hermano en el avión, lo llevó para mí. Si le hubiera mencionado a una amiga, viajaba con ella”.
Al día siguiente, en la noche del 24 volvieron a celebrar en un restaurante. Esta vez con el músico español Javier García, conocido en ese entonces por su hit “Tranquila”, con quien se había hecho amigo luego de encontrarse en un avión y los unía una relación de mutua admiración al punto de que se habían tatuado uno el nombre del otro. Ese día, ambos se pusieron a cantar en el lugar e improvisaron un show que fue “hermoso” según recuerda la también cantante, ahora radicada en San Luis.
En medio de la vorágine, el cordobés había logrado hacer un hueco en su agenda cargada de compromisos para tomarse unos días de descanso. Así, viajó con su pareja a Miami y luego hicieron un crucero por Bahamas. Como un presagio de que ya no habría más, aquel fue sin dudas uno de los cumpleaños más especiales de Bueno en el que además estaba disfrutando de una popularidad por la que había trabajado durante muchos años arriba del escenario y por la que también, había dejado muchas cosas atrás. “Fue el primer cumpleaños que no pasaba en Tucumán, porque siempre coincidía que para el 24 de mayo que tenía shows ahí, le encantaba ir y año tras año lo contrataban para la misma fecha. Yo lo conocí un 8 de mayo y el 19 o 20 nos fuimos a Tucumán y después a Córdoba, donde conocí a Beatriz”, recordó Alejandra.
“Estaba contento, disfrutaba. Tenía ganas de estar en Miami y reencontrarse con Javier (García), estaba muy entusiasmado. Quería un cumpleaños distinto, se lo propuso, lo diseñó, lo dijo y lo concretó”, agregó quien lo acompañó hasta sus últimos días. Ya en suelo argentino, con los medios, sus amigos y el público esperando, el Potro realizó una fiesta en Sunset, en la que además de su pareja estuvieron su mamá, Beatriz Olave, José Luis Gozalo, la Tota Santillán, Pocho la Pantera, Fierita y la gente de Versus, que semanas después lo llevó a Cuba con Diego Maradona.
Entre los regalos, estaba un Cristo de oro que le dio su mamá; una pulsera y anillo de la mano de su representante; el intérprete de El hijo de Cuca le dio una campera suya con brillos y flecos, y su pareja había acondicionado una de las habitaciones de la casa donde vivían en Benavidez para que tuviera un gimnasio, con imágenes de él, las batas de sus shows y una bolsa de boxeo.
“Vine a mi cumpleaños y me van a hacer laburar”, bromeaba entre nota y nota el músico esa noche en el tan popular por esos días boliche de Olivos. Es que allí no aplicaba el refrán que reza que “en casa de herrero, cuchillo de palo” y por su puesto, subió al escenario a cantar sus hits en su propia fiesta y luego sopló las 27 velitas de una torta de chocolate.
Hoy el Potro, intérprete de temas melódicos como “De enero a enero”, homenajes como “La mano de Dios” o “Un largo camino al cielo”, y de ya clásicos de todas las fiestas como “Yerba mala”, “Lo mejor del amor” o “Soy Cordobés” hubiera cumplido 49. Aunque no está físicamente, su recuerdo prevalece. “Seguimos celebrando con todo el corazón su paso”, dijo Alejandra.
“Me encantaba su sentido del humor, llorábamos de risa siempre. Era súper hombre, muy hombre en todo el sentido de la palabra. Parecía más grande, tenía 27 y parecía de 40. Además era muy respetuoso, caballero, amable, lindo, simpático, ocurrente, delirante, amoroso, sensible, intenso, fiel a su corazón… ¡y bellísimo!”, lo había recordado hace un tiempo. Ellos se habían conocido un año antes de la muerte del ídolo, a la salida de un boliche cuando ella acompañó a sus amigas a pedirle un autógrafo y él, sin dudarlo, le robó un beso.