El Sumo Pontífice visita el país africano con mayores devotos del catolicismo. Mañana dará una misa por las víctimas de violencia en el país.
En la República Democrática del Congo, el papa Francisco denunció el martes el “veneno de la codicia” por los recursos minerales que provocan conflictos, al iniciar una visita a ese país, afirmando que el mundo rico no puede seguir ignorando la trágica situación de muchas naciones africanas.
“Es una tragedia que estas tierras, y en general todo el continente africano, sigan sufriendo diversas formas de explotación (…) El veneno de la codicia ha manchado de sangre sus diamantes”, afirmó, refiriéndose concretamente al Congo.
El Papa criticó a los países ricos por ignorar las tragedias que se están produciendo en el Congo y en otros lugares de África: “Uno tiene la impresión de que la comunidad internacional prácticamente se ha resignado a la violencia que la devora (al Congo). No podemos acostumbrarnos al derramamiento de sangre que ha marcado este país durante décadas, causando millones de muertos”.
El pontífice, de 86 años, aterrizó en la capital, Kinshasa, por la tarde de la hora local. Tras una ceremonia de bienvenida y un encuentro con el presidente Felix Tshisekedi, pronunciaron un discurso ante autoridades, diplomáticos y representantes de la sociedad civil. Mañana oficiará una misa y se reunirá con víctimas de la violencia en el este del país, asolado por los combates entre los rebeldes del grupo M23 y las tropas gubernamentales.
“Quería ir a Goma, pero no podemos a causa de la guerra“, dijo el Papa a los periodistas durante su vuelo, refiriéndose a una ciudad del este del Congo cuya visita fue descartada a causa de los combates en la región. Mientras su avión sobrevolaba el Sáhara, el Papa aprovechó la ocasión para hablar de la difícil situación de los emigrantes africanos que cruzan el desierto para intentar llegar a Europa.
“Detengámonos un momento en silencio, en el pensamiento, en la oración por todas esas personas que, buscando un poco de bienestar, un poco de libertad, lo cruzaron pero no lo consiguieron”, afirmó.
El Papa Francisco durante la recorrida FOTO: Reuters
“Tantos, sufriendo, que llegaron al Mediterráneo y tras cruzar el desierto fueron internados en campos de concentración”, dijo, refiriéndose a los campos de detención en Libia. No es la primera vez que utilizaba ese lenguaje para describirlos. La última visita papal al Congo fue la de Juan Pablo II en 1985, cuando aún se conocía como Zaire.
El Congo posee algunos de los yacimientos más ricos del mundo de diamantes, oro, cobre, cobalto, estaño, tantalio y litio, pero sus abundantes recursos minerales han avivado el conflicto entre milicias, tropas gubernamentales e invasores extranjeros. La minería también se ha relacionado con la explotación inhumana de los trabajadores y la degradación del medio ambiente.
El este del Congo también se ha visto asolado por la violencia relacionada con las largas y complejas secuelas del genocidio de 1994 en la vecina Ruanda. Se calcula que 5,7 millones de personas están desplazadas en el Congo y 26 millones padecen hambre extrema, en gran parte debido al impacto del conflicto armado, según Naciones Unidas.
Los católicos constituyen cerca de la mitad de los 90 millones de habitantes del Congo, y la Iglesia desempeña un papel crucial en la gestión de escuelas y centros de salud, así como en la promoción de la democracia.