Esta tarde el papa Francisco celebró en el Vaticano la tradicional Misa de Gallo, la cual dedicó especialmente a los niños que sufren “las guerras, la pobreza y la injusticia”. Además, criticó la “prisa voraz de poseer y consumir” de la humanidad y volvió a pedir por una Iglesia al servicio de los pobres.
“Mientras los animales en el establo consumen la comida, los hombres en el mundo, hambrientos de poder y de dinero, devoran de igual modo a sus vecinos, a sus hermanos. ¡Cuántas guerras!”, expresó el pontífice durante su homilía en la Basílica de San Pedro.
Francisco celebró la tradicional Misa de Gallo esta tarde en el Vaticano. Hizo referencia a una “humanidad insaciable de dinero, poder y placer” y volvió a pedir una Iglesia que esté el servicio de los pobres.
Y agregó: “En tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean. Y las principales víctimas de la voracidad humana siempre son los frágiles, los débiles”, haciendo una referencia implícita a la invasión rusa a Ucrania comenzada hace 10 meses y al resto de los conflictos bélicos, como Yemen o Siria.
Francisco planteó así que “en esta Navidad, como le sucedió a Jesús, una humanidad insaciable de dinero, poder y placer tampoco le hace sitio a los más pequeños, a tantos niños por nacer, a los pobres, a los olvidados”.
Luego, remarcó: “Pienso sobre todo en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia”. En ese sentido, el Papa envió esta semana a su limosnero, el cardenal polaco Konrad Krajewski, a que repartiera generadores de electricidad y camisetas térmicas a la población de Ucrania. El sacerdote polaco celebrará mañana la Navidad en Kiev, según confirmó Télam.
“En el pesebre del rechazo y de la incomodidad, Dios se acomoda, llega allí, porque allí está el problema de la humanidad, la indiferencia generada por la prisa voraz de poseer y consumir”, expresó Francisco, invitando a “mirar la vida, la política y la historia con los ojos de los niños”.
Durante la celebración, el obispo de Roma se dirigió a la Curia y pidió que la Iglesia dirija su mirada a los más necesitados: “Nosotros estamos llamados a ser una Iglesia que adora a Jesús pobre y sirve a Jesús en los pobres”.
“La Iglesia apoya y bendice los esfuerzos por transformar estas estructuras de injusticia y sólo pone una condición: que las transformaciones sociales, económicas y políticas redunden en verdadero beneficio de los pobres”, sostuvo recordando un texto del santo y mártir salvadoreño, Oscar Romero.
“No es fácil dejar la tibia calidez de la mundanidad para abrazar la belleza agreste de la gruta de Belén, pero recordemos que no es verdaderamente Navidad sin los pobres (…) Sin ellos se festeja la Navidad, pero no la de Jesús. Hermanos, hermanas, en Navidad, Dios es pobre. ¡Que renazca la caridad!”, afirmó.
El papa también lamentó el tremendo carácter consumista que ha ido adquiriendo esta fiesta cristiana: “Después de dos milenios del nacimiento de Jesús, después de muchas Navidades festejadas entre adornos y regalos, después de todo el consumismo que ha envuelto el misterio que celebramos, hay un riesgo: sabemos muchas cosas sobre la Navidad, pero nos olvidamos del significado”.
Antes de la Misa, el Papa había pedido por “la Paz Mundial en este momento tan triste” en un videomensaje enviado a la asociación española “Mensajeros de la Paz”. “Pero también la más pequeña paz, la paz de las pequeñas ciudades, la paz de las pequeñas familias que necesitan, la paz de cada persona”, expresó en esa mensaje.
La ceremonia comenzó a las 19.30 locales (15.30 de Argentina) y el pontífice estuvo acompañado por 25 cardenales, 15 obispos y 200 sacerdotes de todo el mundo que concelebraron la misa ante unas 7.000 personas congregadas dentro de la Basílica y otras 3.000 que siguieron la celebración desde las pantallas en la Plaza San Pedro, según informó Télam.