El medio estadounidense asegura que las reiteradas crisis de la moneda se deben a la emisión descontrolada.
El artículo de The Wall Street Journal (WSJ) titulado “El Día de la Marmota”, que lleva la firma de Mary Anastasia O’Grady, hace referencia a las reiteradas crisis económicas locales derivadas de la política y sobre la posibilidad de otro colapso del peso a medida que se acerca la elección presidencial.
El artículo asegura que los argentinos, al ahorrar en dólares, se han convertido en los “especuladores de divisas más sofisticados del mundo”.
La autora de la nota relaciona el Día de la Marmota (una tradición estadounidense que predice cuándo llegará el invierno y que fue retratada en la famosa película protagonizada por Bill Murray) con las reiteradas crisis de la moneda argentina, que atribuyen a la emisión descontrolada.
“La semana pasada, la Argentina llegó a un acuerdo con Beijing para aprovechar casi 3000 millones en yuanes de una línea de intercambio de divisas que los dos países renovaron en junio”, detalla el artículo que lleva la firma de O’Grady.
En ese sentido, continúa: “El anuncio, en el que China juega el papel de prestamista de última instancia para la Argentina, se produjo dos días después de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) llegara a un acuerdo preliminar con Buenos Aires para desbloquear el acceso a US$ 7500 millones”.
Por su parte, el FMI manifestó que el dinero está “destinado a respaldar los esfuerzos políticos de la Argentina y las necesidades de la balanza de pagos a corto plazo”, incluidas las obligaciones con el propio Fondo, explica el artículo del WSJ. “En otras palabras, le está dando dinero a su “cliente” para que no entre en mora por su deuda de US$ 44.000 millones”.
Según señala el medio estadounidense, “el acuerdo necesita la aprobación del directorio (board) del FMI, que puede llegar a finales de este mes”. Mientras tanto, la Argentina ha utilizado el préstamo de China —y la ayuda de Qatar— para mantenerse al día con el FMI.
Sin embargo, advierte que “nada de esto resolverá los problemas fiscales y monetarios que aquejan al país. Con la inflación corriendo a una tasa anual del 115%, no hay un verdadero apetito por mantener los pesos. Las reservas internacionales netas se han desplomado y ahora son negativas”.
El Banco Central de Argentina está imprimiendo más pesos de los que el mercado quiere mantener, porque el Gobierno, “que está en bancarrota”, los necesita para pagar sus cuentas, explican en el Wall Street Journal. Y agregan: “Esto no es nuevo en la Argentina. Los sucesivos gobiernos han generado episodios repetidos de alta inflación durante décadas”.
En un artículo de agosto de 2019 en Forbes, el economista, Steve Hanke, resumió la historia: “Para enumerar solo algunos de los principales colapsos del peso argentino: 1876, 1890, 1914, 1930, 1952, 1958, 1967, 1975, 1985, 1989, 2001 y 2018”.
“Desde que la inflación argentina comenzó a despegar nuevamente en 2007, hasta fines de 2022, la oferta monetaria total creció en promedio al 30,7% anual, según el Ministerio de Economía. La inflación general creció a un promedio anual de 35,1% según Nicolás Cachanosky, director del Centro para la Libre Empresa de la Universidad de Texas, El Paso”, remarca el informe.
Asimismo, el diario estadounidense enumera las causas y consecuencias de la crisis:
- Los controles de capital exacerban la escasez de divisas.
- Los dólares que ingresan al país tienen que pasar por el Banco Central (BCRA), que los cambia por pesos.
- La compra de dólares para viajar al exterior o para pagar importaciones también se realiza a través del BCRA.
- Existen más de 10 tipos de cambio oficiales, de los cuales ninguno refleja el mercado.
- El tipo de cambio del Banco Central para el comercio (dólar oficial) es de alrededor de $ 290 por dólar, mientras que en el mercado negro (dólar blue) es de $ 590.
“Deshacerse de pesos para acumular dólares es un pasatiempo nacional para los argentinos”, señala. Y agrega: “Los inversionistas, sabiendo que no pueden invertir capital en el país a tasas de mercado o sacarlo cuando quieran, tienden a irse a otra parte. El estancamiento del crecimiento económico argentino no es un misterio”.
Desde el WSJ, señalan: “El BCRA ha tratado de contrarrestar su imprudente impresión de pesos vendiendo instrumentos a plazo de alto rendimiento a los bancos. Las Leliq a 30 días, como se llaman estos vehículos, ahora tienen una tasa anualizada efectiva de alrededor del 155%. El objetivo es absorber el exceso de pesos en circulación”.
Y suma: “Sin embargo, incluso con un diferencial saludable de Leliq sobre la inflación actual, la demanda de la moneda está cayendo. Tal vez sea porque los argentinos esperan que la inflación futura sea aún mayor y entienden los riesgos de una mayor liquidación que probablemente desencadene una espiral hiperinflacionaria. Esto es particularmente cierto en un año de elecciones presidenciales”.
Para The Wall Street Journal, “las autoridades argentinas culpan de la crisis monetaria al clima y el FMI está algo de acuerdo. En su justificación del último acuerdo para liberar nuevos fondos, a pesar de que el país no cumplió con los ‘objetivos clave del programa’, el Fondo señaló la sequía prolongada que afecta la producción agrícola”.
El WSJ además advierte: “El vecino Brasil también ha experimentado una sequía. Sin embargo, la inflación brasileña está en 3,19% anual, comparable a la de EE.UU”. Y concluye con una mención al país vecino: “Felicitaciones al presidente del Banco Central brasileño, Roberto Campos Neto, y a su directorio, quienes restringieron el crédito cuando el gasto público amenazó con socavar la estabilidad de precios. El banco ha mantenido su tasa de préstamo a un día en 13,75% durante el año pasado, a pesar de la presión del presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva para seguir una política más flexible”.