Europa observa inquieta las elecciones italianas de este domingo, en las que la neofascista Giorgia Meloni, antieuropeísta y nacionalista, es la gran favorita para hacerse con el gobierno de la tercera economía del continente.
La admiradora de Mussolini, de 45 años, lidera las encuestas desde hace semanas y podría convertirse en la primera mandataria italiana de ultraderecha desde el final de la II Guerra Mundial, además de en la primera mujer que gobierna el país.
La líder de Hermanos de Italia, heredero del Movimiento Social Italiano (MSI), una formación neofascista fundada después de la Segunda Guerra Mundial por los simpatizantes de Mussolini, se presenta en coalición con la ultraderechista Liga de Matteo Salvini y el conservador Forza Italia del sempiterno Silvio Berlusconi.
Sus principal contrincante es la coalición de centroizquierda formada por el Partito Democrático (PD) del ex primer ministro Enrico Letta, la formación europeísta Más Europa y la Alianza Verdes e Izquierda.
El Movimiento Cinco Estrellas (M5S) del ex primer ministro Giuseppe Conte se presenta sin aliados y busca ser el tercero en discordia entre las dos coaliciones principales, así como el Terzo Polo, la alianza centrista entre las formaciones del ex primer ministro Matteo Renzi y su ex ministro Carlo Calenda.
También participa —y no podía ser de otra manera en el siempre fragmentado sistema político italiano— una galaxia de pequeños partidos que va desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha. Tienen posibilidades casi nulas de superar el umbral mínimo de votos necesario para ingresar al Parlamento.
Las encuestas
El promedio de las últimas encuestas y las simulaciones muestren una ventaja del centroderecha sobre el centroizquierda de entre 15 y 20 puntos, con el primero más cerca del 50% que del 40%.
Entre los partidos, Hermanos de Italia y el Partido Democrático lideran la intención de voto con el 25% y 21.5%, respectivamente. Los siguen el Movimiento 5 Estrellas (13%) y la Liga (12%).