Tras la muerte de Francisco, se abre la carrera por el próximo Papa

Con el fallecimiento del Papa Francisco, el Vaticano ha entrado oficialmente en la etapa de Sede Vacante, activando el protocolo que da inicio a la transición hasta la elección de su sucesor. Mientras tanto, el gobierno temporal de la Iglesia Católica recae en el cardenal camarlengo Kevin Farrell, encargado de custodiar y administrar los bienes […]

Con el fallecimiento del Papa Francisco, el Vaticano ha entrado oficialmente en la etapa de Sede Vacante, activando el protocolo que da inicio a la transición hasta la elección de su sucesor. Mientras tanto, el gobierno temporal de la Iglesia Católica recae en el cardenal camarlengo Kevin Farrell, encargado de custodiar y administrar los bienes de la Santa Sede con la asistencia de tres cardenales designados.

La sucesión papal sigue un rito inalterado desde hace siglos: el Cónclave. Esta ceremonia de carácter secreto reúne a los cardenales electores —aquellos menores de 80 años— quienes votan en sucesivas rondas hasta lograr una mayoría calificada que designe al nuevo Pontífice. Como reza una conocida frase vaticana, “quien entra al cónclave como Papa, sale como cardenal”.

En este contexto, comienzan a sonar con fuerza los nombres de quienes podrían ser elegidos para ocupar el trono de San Pedro. Las opciones van desde figuras progresistas hasta defensores del ala más conservadora de la Iglesia.

Los nombres que suenan con más fuerza

Líneas progresistas y moderadas

Luis Antonio Tagle (67) – Cardenal filipino, exarzobispo de Manila y actual prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Es una figura cercana a Francisco, defensor de la justicia social y la inclusión, especialmente en el mundo en desarrollo.

Peter Turkson (76) – Natural de Ghana, ya fue considerado en el cónclave de 2013. Se lo reconoce como moderado y comprometido con causas como la equidad económica y el cuidado ambiental. Hasta 2021 dirigió el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral.

Matteo Zuppi (69) – Arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Su cercanía a los sectores más vulnerables y su rol como mediador internacional le han otorgado un perfil destacado. Francisco confió en él para misiones de paz en Ucrania y EE.UU.

Pietro Parolin (70) – Secretario de Estado del Vaticano desde 2013, es considerado el “número dos” del papado. Italiano con sólida trayectoria diplomática, encarna la opción de continuidad y equilibrio dentro de la curia.

Juan José Omella (77) – Arzobispo de Barcelona, exlíder de la Conferencia Episcopal Española. Su perfil pastoral y su cercanía al pensamiento del papa Francisco lo posicionan dentro del grupo de los moderados con proyección.

Luis Francisco Ladaria Ferrer (81) – Jesuita español y ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Aunque supera la edad para votar en el cónclave, no está impedido de ser elegido. Fue creado cardenal por Francisco en 2018.

El ala conservadora también se moviliza

Raymond Leo Burke (76) – Estadounidense y abierto opositor al pontificado de Francisco. Nombrado cardenal por Benedicto XVI, ha rechazado reformas clave como la apertura a los divorciados vueltos a casar o la inclusión de personas LGBT en la Iglesia.

Peter Erdö (72) – Arzobispo de Esztergom-Budapest, Hungría. De línea dura, se opone a la comunión para divorciados y a la acogida de refugiados, a los que considera parte de un sistema de “tráfico humano”.

Gerhard Ludwig Müller (78) – Alemán, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Aunque inició su carrera como moderado, con el tiempo se convirtió en uno de los principales críticos del legado de Francisco.

Willem Eijk (71) – Arzobispo de Utrecht, Países Bajos. Teólogo profundamente tradicionalista, ha cuestionado en varias oportunidades las reformas introducidas por Francisco, especialmente en temas doctrinales.

La elección del nuevo Papa marcará no solo el futuro del Vaticano, sino también el rumbo político y espiritual de la Iglesia Católica en un mundo convulsionado. Y aunque la historia demuestra que pocas veces los favoritos logran imponerse en el cónclave, el debate ya está en marcha.