Este domingo se celebra en Turquía el balotaje presidencial entre el actual mandatario, Recep Tayyip Erdogan, y Kemal Kiliçdaroglu, líder de una coalición de seis partidos opositores. En la primera vuelta, el oficialismo se había quedado a las puertas de la reelección, ya que obtuvo el 49,5% de los votos en un sistema en el que es necesario el 50% para triunfar.
En los comicios del 14 de mayo, Kiliçdaroglu, postulante socialdemócrata del Partido Republicano del Pueblo (CHP), logró un 44,9%, lo que fue considerado negativo ya que se trató de una cantidad de votos menor a la que habían pronosticado las encuestas.
Erdogan fue primer ministro entre 2003 y 2014 y preside el país desde entonces, y va en busca de su tercer mandato. Por primera vez debe competir en una segunda vuelta, a la que llega fortalecido tras un resultado mejor al esperado en las elecciones generales y la deslucida performance de su rival, ya que los sondeos mostraban una ventaja para el candidato socialdemócrata.
En sus 20 años en el poder, Erdogan avanzó con un enfoque islamista, la mayor religión en un país laico, un estilo conservador y una práctica autocrática, que tuvo su mayor expresión en la modificación de un sistema parlamentario a uno hiperpresidencialista, que le entregó al líder parte de las competencias que tenía anteriormente el Congreso.
Construyó un liderazgo fuerte y buenas alianzas con partidos pequeños, lo que le permitió ser el candidato más votado en la primera vuelta pese a la devaluación constante de la lira turca, el aumento de los precios (la inflación anual superó el 85% en octubre, la más alta en un cuarto de siglo) y las denuncias contra el Gobierno por la respuesta ante el terremoto que el 6 de febrero pasado dejó más de 50.000 muertos y un número desconocido de desaparecidos.
Por su parte, en la previa del balotaje, Kiliçdaroglu endureció su discurso para captar a sectores más nacionalistas y prometió en estos días expulsar del país a “todos” los refugiados si llega al Ejecutivo, gran parte de ellos personas que escaparon desde Siria por la guerra que estalló en 2011. Sin embargo, en caso de ganar, la suya sería una presidencia débil ya que el espacio de Erdogan posee mayoría parlamentaria.
Se trata de un choque de modelos: el presidente lidera un movimiento conservador ligado al Islam, históricamente ligado con la era del Imperio Otomano, mientras que Kiliçdaroglu representa una visión laica vinculada con los orígenes de su partido, creado por el padre de la Turquía moderna, Mustafa Kemal Atatürk.
Sin embargo, más allá de la historia, esta segunda vuelta puede tener impacto en el presente ya que Turquía es un peso de la región, miembro del G20 y de la OTAN, y puesto estratégico para el flujo comercial y humano entre Asia y Europa.