La Secretaría de Cultura, como sugerencia y recomendación del padrino de la Primera Feria Provincial del Libro, Edgar Morisoli, reeditó “Crónicas de Pichimiricó”, del autor Evar “Chino” Amieva, a través del Fondo Editorial Pampeano.
El libro ya se puede conseguir en la sede de Arte Propio, en Santa Rosa y pronto en la Tienda de Artes online.
“Mi abuelo disfrutó mucho al trabajar en este libro y yo ese recuerdo lo tengo muy presente”, relató su nieto, Pablo Amieva, al rememorar cuando lo acompañaba en la búsqueda de información para este libro y que en su reedición cuenta con un prólogo a cargo de Edgar Morisoli.
“Nos contaba versiones de esos relatos, luego los iba puliendo, era muy común que después de la siesta me mostraba lo que iba pasando en limpio con su máquina de escribir. En esos cuentos está la marca de lo que él sentía por el monte, por la raíz genuina del monte pampeano y todo lo que vivió de chico con la inmigración. Creo que lo que él buscaba era la raíz del criollaje en el que La Pampa se fue poblando con esos sucesivos criollajes y quería que se reflejara en el libro”, afirmó.
Según su nieto, el “Chino” Amieva decía: “El ser pampeano no es originario de América pero tampoco vino de los barcos, es algo nuevo y que se originó en La Pampa, con raíces que se pierden en la cultura mapuche, entre otras, además de las sucesivas oleadas de inmigrantes que fueron llegando”.
Y acerca del libro, Pablo Amieva contó: “El nombre de Pichimirió era un invento de mi bisabuelo, al que llegué a conocer, era maestro de escuela y después fue director, mi familia nació en San Luis, y él se mudó a La Pampa con un montón de maestros puntanos, hicieron un largo recorrido. Mi bisabuelo era una persona muy ocurrente y le gustaba mucho contar historias, escribió libros, pero muchas historias vividas las iba cambiando, iba generando el cuento y se las transmitía a mi abuelo y siempre todo ocurría en Pichimiricó. Y a partir de esa herencia, mi abuelo toma ese nombre para enmarcar todos sus relatos, a modo de homenaje a su padre y a ese lugar, inexistente, para poner la vida de un pueblo”.
Mariano Amieva, hijo del “Chino”, recordó que la familia se radicó en la provincia de San Luis a fines del 1700. “Parte de la familia Amieva se mudó en 1915 a Victorica, donde su padre Horacio era el director de la escuela, uno de tantos maestros puntanos que se radicaron en el entonces territorio nacional. El ‘Chino’ pasó su infancia en Bernardo Larroudé, luego vivió en General Pico y Santa Rosa”, sostuvo.
“No compartí demasiado tiempo con el ‘Chino’ en La Pampa, debido a mis ocupaciones en Buenos Aires, salvo algunos viajes esporádicos a Santa Rosa o a General Acha, o a los campos de la familia en Conhelo o Luan Toro. Allí siempre aprovechaba para inculcarnos su amor por la naturaleza y las cosas sencillas: el bosque de caldén, la lluvia que renueva la vida, el mate amargo y caliente para enfrentar el frío a la salida del sol, esos atardeceres impresionantes que regala la llanura después de una tormenta de polvo”, reflejó a modo de cierre su hijo, en el recuerdo de Evar “Chino” Amieva.