La Segunda Circunscripción Judicial investiga una violenta agresión ocurrida en Quemú Quemú que, con el correr de los días, tomó una dimensión social y judicial mucho más profunda. El hombre que fue golpeado a la salida de un boliche el 30 de noviembre fue condenado a seis años de prisión por abuso sexual, se mantuvo prófugo durante años y recientemente regresó a la localidad, generando temor y angustia en la familia de la víctima.
El hecho investigado ocurrió alrededor de las 5:30 de la mañana, cuando tres hermanos —dos mayores y un menor— agredieron con golpes de puño y patadas a un hombre que salía de un local nocturno. La policía intervino y trasladó al herido al hospital local, desde donde fue derivado al hospital Gobernador Centeno de General Pico. El fiscal Francisco Cuenca confirmó que presentaba lesiones en el cuerpo y en uno de sus ojos.
Cuenca explicó que no se trató de un episodio aislado, ya que existían denuncias previas por amenazas, agresiones y daños al vehículo de la misma persona. Por ese motivo, los legajos fueron acumulados y la causa fue formalizada por lesiones leves, lesiones graves, amenazas y daños. Tras la audiencia, se dispuso una prohibición de acercamiento y contacto por 90 días para los imputados.
La defensora oficial Soledad Forte sostuvo que el episodio se dio en un contexto de riña y cuestionó la versión de una agresión directa de tres personas contra una sola. Indicó que en los registros de video y en los testimonios se observa la intervención de varias personas y cruces de golpes. Además, subrayó la existencia de circunstancias atenuantes.
Durante la audiencia, el padre de los jóvenes recordó que el damnificado, identificado como Julián Pollo, fue condenado en 2014 a seis años de prisión por abusar sexualmente de su hija, cuando la adolescente tenía 15 años. Según explicó la defensa, el hombre nunca cumplió la pena porque se fugó antes de quedar detenido y permaneció prófugo durante años.
Forte remarcó el impacto emocional que el regreso del abusador generó en la familia, especialmente en la víctima. Señaló que la joven tiene miedo y que la familia atraviesa una profunda sensación de impotencia, bronca y angustia. Afirmó que el regreso del condenado al pueblo reavivó un trauma que nunca fue cerrado y que los imputados crecieron marcados por ese hecho.
La abogada también explicó que, al momento de la condena, la legislación permitía que el imputado permaneciera en libertad hasta que la sentencia quedara firme. Cuando llegó el momento de ejecutar la pena, el condenado se fugó. Actualmente, el régimen legal es distinto y la confirmación de una sentencia implica la inmediata detención. Sin embargo, pese a una orden de captura nacional e internacional, el hombre nunca fue localizado y ahora regresó por decisión propia a Quemú Quemú.
La causa original se remonta a 2012, cuando la madre de la víctima denunció el abuso en la comisaría local. En el juicio se acreditó una relación de control, violencia física y sometimiento, con testigos que confirmaron las lesiones y el hostigamiento previo. El condenado, oriundo de Haedo, provincia de Buenos Aires, nunca cumplió la pena y su reaparición en la localidad reabrió heridas profundas en una comunidad atravesada por el miedo y la indignación.

