En el corazón de la ciudad, donde alguna vez vibraron multitudes al ritmo del boxeo y los bailes populares, El Fortín se prepara para celebrar sus 87 años con más que nostalgia: con obras, energía renovada y la clara intención de recuperar su lugar en la vida social y deportiva de los vecinos.
Desde aquel 7 de abril de 1938, cuando nació como una extensión de La Iguana bajo el nombre Fortín Julio Argentino Roca, mucho ha cambiado. Y desde 2011, con una actualización de sus estatutos, se transformó en el Club Social, Deportivo y Comunitario El Fortín. Hoy, la historia se reactiva con una dirigencia comprometida que busca devolverle protagonismo.
Una comisión con historia… y futuro
El actual presidente, Carlos Alberto Pérez Funes, no es ajeno al club: lleva 65 años pisando su suelo, y es hijo de quien lo presidió durante 14 años. Lo acompaña una comisión formada por Ivana Medina (vicepresidenta), Gastón Eduardo Romero Figueroa (secretario), Miguel Alberto Medina (tesorero), Nerina Dielschneider y Federico Romero (vocales), mientras que Mario Canoba y Waldo Medina integran la Comisión Revisora de Cuentas.
Entre todos, combinan experiencia y juventud. Romero Figueroa representa esa sangre nueva que, sin abandonar el legado, impulsa una visión más actual y estratégica.
Del esplendor al abandono… y vuelta al ruedo
Las décadas del ‘60 y ‘70 fueron doradas. Las noches de boxeo atraían multitudes para ver a figuras como Danieli, Campanino, “Golepa” Cabral o el “Indio” Paladino. Hoy, uno de aquellos protagonistas, el “Turco” Mussa, entrena a nuevos talentos con la esperanza de revivir ese espíritu pugilístico que hizo historia.
Pero el camino no fue fácil. Tras 20 años de alquiler del predio —con canchas de fútbol sintético que degradaron las instalaciones— el club tocó fondo. “Tuvimos que empezar casi desde cero. Fue una verdadera refundación”, cuentan los dirigentes.
Obras que hablan por sí solas
La lista de mejoras impresiona: se reacondicionó el gimnasio, se renovó la instalación eléctrica y de gas, se colocó aire acondicionado, se reconstruyó la cocina, los baños y se creó un área de parrillas con capacidad para 400 personas. Además, se construyó una cancha de fútbol 5 con césped sintético y se modernizó la cancha de bochas.
En paralelo, se puso en regla toda la documentación institucional: balances, CUIT, habilitaciones… El club recuperó su formalidad y credibilidad.
Más que deporte: cultura, inclusión y comunidad
El Fortín no es solo fútbol o boxeo. Hoy también se practican karate, esgrima, danzas folklóricas —a cargo de Matías Colazzo— y hasta candombe uruguayo. La propuesta es diversa, abierta y cada vez más activa. “Queremos llegar a 250 socios con una cuota accesible”, adelantan desde la comisión.
Mientras tanto, el salón sigue siendo punto de encuentro gracias a su habilitación municipal: desde peñas hasta bingos solidarios y los legendarios bailes de los sábados con la banda “Manantial”, que lleva 14 años animando las noches del club.
Proyectos en marcha y una mirada al futuro
Con 500 sillas y 100 mesas a disposición, ya está en agenda la restauración completa del techo original de 1962, con tratamiento anticorrosivo y doble membrana líquida. Una chapa será reemplazada, y eso ya dice mucho sobre la calidad de aquella vieja estructura que aún resiste.
Un cierre a pura celebración
La salud financiera también es motivo de orgullo: el club está al día, sin deudas, y con un manejo ordenado que permitió volver a soñar. Por eso, el próximo viernes 11 de abril, El Fortín celebrará su aniversario con una cena, brindis y baile incluido.
Porque cuando las raíces están firmes y la comunidad acompaña, no hay olvido que dure ni gloria que no pueda volver. El Fortín está vivo. Y late más fuerte que nunca.