La Feria del Regalo cerró el miércoles, en la previa de Nochebuena, con la participación de más de 300 feriantes de distintas localidades pampeanas y de otras provincias, en la renovada Plaza San Martín. A lo largo de las jornadas, una recorrida por los stands dejó una conclusión compartida: la crisis económica impactó de lleno en las ventas.
La iniciativa, impulsada por la Municipalidad de Santa Rosa para acompañar a la economía local y al trabajo independiente, contó este año con gazebos provistos por el municipio. Participaron artesanas, artesanos y manualistas con trayectorias consolidadas y también emprendimientos más recientes, todos atravesados por historias de oficios aprendidos con el tiempo y una apuesta sostenida por la producción artesanal y el vínculo directo con el público.
Uno de los testimonios fue el de Pablo Ponce, del tradicional puesto de panchos “Tu pancho amigo Kokito”, ubicado en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Coronel Gil. Hijo de “Coco” Ponce, histórico pochoclero de la ciudad, contó que heredó el puesto y el oficio tras más de cuatro décadas de trabajo familiar en la venta ambulante. “Para nosotros la feria es como un aguinaldo, se la espera todo el año para poder hacer una diferencia. Este año se sintió la crisis, pero no me puedo quejar, gracias a Dios trabajamos bien”, señaló, destacando el acompañamiento de su esposa y sus tres hijas.
Celeste Dogliolo, creadora del emprendimiento “Mimitos para regalar”, también remarcó el impacto del contexto económico. Ama de casa y madre de tres hijos, confecciona ajuares, toallas, cubrecamas, baberos y mochilas para niñas y niños. “Este año estuvo más flojo que el anterior, eso se notó mucho”, afirmó. Explicó que el movimiento comenzó a repuntar recién a partir del 22 de diciembre y que los productos más vendidos fueron los de menor precio. “Costó vender toallones, que otros años salían bien. Uno se va un poco desanimado, aunque a mí me fue mejor que a otros”, reconoció.
Desde el rubro artesanal, Quilla Cejas, de Killari Arte, contó que participa de la feria desde muy chica, heredando el oficio de sus padres. “Las ventas se movieron, pero fue más tranquilo que otros años. La gente miraba y preguntaba mucho, pero compraba poco. Recién el último día se notó algo más de movimiento”, explicó, y atribuyó parte de la merma al retraso en el cobro del aguinaldo y a las lluvias.
Por su parte, Camila Coronel, artesana cordobesa de Encuadernaciones Hojas Sueltas, sostuvo que Santa Rosa mantiene un fuerte consumo de artesanía, aunque reconoció que la baja se sintió como en otras ferias del país. “Vendí bien porque vengo hace muchos años y la gente ya me conoce, pero hubo muchas menos ventas que antes”, indicó. También destacó los cambios en la plaza y la nueva organización, aunque señaló que el clima jugó en contra, con días de lluvia y altas temperaturas.
La feria volvió a mostrar el valor del trabajo artesanal y del encuentro directo entre productores y vecinos, pero también dejó en evidencia que el ajuste y la caída del consumo atraviesan incluso a los espacios que históricamente funcionaron como un alivio económico de fin de año para quienes viven de su oficio.

