El 6 de agosto entraron en vigencia aranceles del 50% que Estados Unidos impuso a las exportaciones de Brasil. Ese mismo día, el canciller chino Wang Yi expresó que su país respaldaba “firmemente” a Brasil en defensa de su soberanía. La respuesta de Beijing no tardó en llegar y se tradujo en un fuerte incremento en la compra de soja sudamericana, cumpliendo con la promesa de apoyo.
Según datos publicados por Perfil, las importaciones chinas desde Brasil crecieron un 13,9% en julio y se espera que la tendencia continúe en agosto. Argentina también se vio favorecida: China adquirió 561.030 toneladas de soja, lo que significó un aumento del 104% respecto del mismo mes del año anterior.
Impacto en Estados Unidos
La otra cara de la moneda la viven los productores estadounidenses, que enviaron una carta a Donald Trump pidiéndole llegar a un acuerdo con Beijing para frenar la caída de sus exportaciones, que retrocedieron un 11,5%. La retaliación arancelaria llevó a los compradores chinos a volcarse de lleno a los proveedores sudamericanos, lo que genera un daño que podría prolongarse en el tiempo.
China ya firmó un contrato con Brasil para garantizar el abastecimiento en los próximos meses, lo que reduce aún más las posibilidades de los agricultores norteamericanos de recuperar mercado. “No podemos sobrevivir a una disputa comercial con nuestro mayor cliente”, advirtieron.
Contexto político en Brasil
El respaldo económico chino le llega a Lula da Silva en medio de una situación política delicada. El mandatario enfrenta tensiones internas con el “trumpismo” brasileño por el rol del juez Alexandre de Moraes, quien lleva adelante el juicio contra Jair Bolsonaro por el intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023.
Desde Estados Unidos, Trump incluso apeló a la Ley Magnitsky para bloquear las operaciones financieras de Moraes en ese país, lo que añade un condimento extra a una disputa que combina economía, política y geopolítica internacional.