Un fuerte revuelo político y sanitario se desató en el Congreso luego de que la diputada chaqueña del PRO Marilú Quiróz, aliada del oficialismo, organizara un encuentro antivacunas en el Anexo A de Diputados. La actividad fue autorizada por el presidente de la Cámara, Martín Menem, pese a las advertencias de especialistas, sociedades médicas y legisladores de distintos bloques. El contexto no podía ser más crítico: la vacunación infantil atraviesa su nivel más bajo en décadas.

Bajo el título “¿Qué contienen realmente las vacunas COVID-19?”, el evento fue presentado como un debate, pero derivó rápidamente en un espacio donde activistas y expositores sin aval científico repitieron viejos mitos y teorías conspirativas. No hubo datos verificables ni intercambio serio, solo intervenciones destinadas a generar temor. Entre las disertantes estuvo Chinda Brandolino, conocida por difundir información falsa sobre salud pública, lo que marcó el tono general del encuentro.

La jornada tuvo momentos insólitos. En uno de ellos, un asistente se quitó parte de la ropa y comenzó a pegarse imanes en la piel, afirmando que las vacunas “magnetizan” el cuerpo. La escena provocó risas incómodas y grabaciones con celulares, y terminó interrumpiendo la exposición.

La realización del evento generó un fuerte rechazo interno. Diputados de varios bloques habían solicitado previamente a Menem que lo cancelara, señalando que el Congreso no puede habilitar actividades que promuevan desinformación, especialmente cuando vuelven a registrarse enfermedades prevenibles. Los datos oficiales muestran que el refuerzo contra la poliomielitis cayó por debajo del 50% y que la cobertura de la triple viral se desplomó a niveles preocupantes.

Mientras Quiróz defendía la “libertad” frente a la vacunación obligatoria, la realidad sanitaria exhibió consecuencias graves: este año murieron siete niños por tos convulsa, todos sin esquema completo y sin inmunización durante el embarazo. Las principales sociedades científicas del país también reclamaron la suspensión del encuentro, advirtiendo en una carta pública enviada a Menem que la actividad representa un “enorme peligro” y que promueve interpretaciones alejadas de la evidencia científica.