A los 106 años murió Rosa Tarlovsky de Roisinblit, presidenta honoraria de Abuelas de Plaza de Mayo y símbolo de la lucha por la recuperación de los nietos apropiados durante la dictadura militar. La noticia fue confirmada por Página 12, que destacó que se despidió con el deber cumplido: buscó incansablemente a cientos de bebés robados y logró reencontrarse con su propio nieto, nacido en cautiverio en la ESMA.
Nacida el 15 de agosto de 1919 en Moisés Ville (Santa Fe), hija de colonos judíos, se formó como obstetra en la Universidad Nacional del Litoral y llegó a ser partera jefa de la Maternidad Escuela de Rosario. En 1949 se trasladó a Buenos Aires, donde formó su familia junto a Benjamín Roisinblit y tuvo a su única hija, Patricia.
El 6 de octubre de 1978, una patota de la Fuerza Aérea secuestró a Patricia y a su pareja, José Manuel Pérez Rojo. Patricia, embarazada, fue trasladada a la ESMA, donde dio a luz a su hijo, luego apropiado por un integrante de esa fuerza.
Desde entonces, Rosa se integró a Abuelas de Plaza de Mayo y se convirtió en una de sus dirigentes más activas. “El amor por nuestros hijos y nietos está por encima del miedo”, solía decir. En el año 2000, tras una denuncia y gracias a la intervención de su nieta Mariana, logró recuperar a Guillermo, el hijo de Patricia nacido en cautiverio.
Aún en la vejez, mantuvo su compromiso: asistía diariamente a la sede de Abuelas, acompañaba a sus compañeras y repetía con esperanza: “Nos faltan encontrar 300 nietos, pero los vamos a encontrar”.
Sus compañeras la recordarán como una mujer valiente, elegante y perseverante, que hasta el final representó el espíritu de Abuelas de Plaza de Mayo: transformar el dolor en una lucha colectiva por memoria, verdad y justicia.