Los datos difundidos recientemente del Censo Nacional de Población enseñan el aceleramiento del envejecimiento de la población y la caída de los nacimientos en una Argentina en crisis económica.
La caída abrupta de los nacimientos en la Argentina es un fenómeno que se registra desde 2015 y que, también se puede observar, en un cuadro más amplio desde el comienzo del milenio donde hubo algunos años donde repuntaron los índices de natalidad en algunas provincias para luego volver a una tendencia negativa que no se ha logrado corregir.
Se trata una situación que llama la atención de sociólogos y expertos en demografía y que puede ser analizada en sus efectos según la reflexión popular del vaso medio lleno o medio vacío.
Pero antes de ir a ello, repasemos algunos datos.
Lo primero que hay que alertar es que la reciente sanción de la ley de interrupción legal del embarazo que dividió a la sociedad entre los que apoyan el aborto y los que defienden la vida desde la concepción no tuvo peso en los resultados del último censo poblacional porque se implementó apenas unos meses antes de que se realizara el relevamiento nacional.
Lo segundo para anotar es que el censo está atravesado por algunas polémicas en torno a su costo, financiación y a la metodología y escasos datos que fue ofreciendo a los especialistas en distintas áreas sociales que analizan los resultados para trabajar sobre políticas públicas. Para algunos expertos los datos están incompletos.
Sin embargo, la conclusión general acerca de la radiografía de la población nacional indica que se aceleró el envejecimiento de la población gracias a que los adultos viven más años y que cada vez hay menos parturientas.
Si se analizan las cifras desde hace una década los nacimientos son un 30% menos que en 2014.
Si se observan los registros entre 2010 y 2019 nacieron 130.735 niños, dato por el que los especialistas en demografía sostienen que la tasa global de fecundidad, el promedio de hijos que tiene una mujer en edad reproductiva, se vino a pique como nunca antes desde que se expiden certificados de nacimientos en las provincias argentinas.
Si nos detenemos en la situación en la Ciudad de Buenos Aires, desde el 2015 a la fecha, los nacimientos de nuevos porteños se redujeron en una cifra cercana al 40%. Hay una gran cantidad de institutos privados de medicina que han decidido reducir sus servicios de maternidades en la CABA.
La situación en la Ciudad fue graficada de manera ocurrente por el director de Estadística Porteña, José Donati, al diario La Nación, “hoy en día, en los hogares porteños viven más perros y gatos que niños”.
Alejandro González Escudero, de la fundación Economía y Sociedad, explica que “…no solo hay menos niños menores de cinco años que hace una década. También hay muchos menos que los que se proyectó que habría: unos 900.000 chicos menos, si se comparan proyecciones de 2010 para el año 2023”.
Según el reciente censo, las cuatro provincias donde hay más chicos en las familias son las del norte de nuestro país. Santiago del Estero, Salta, Formosa y Misiones tienen la mayor cantidad de población menor de 14 años sobre el total de su población.
En las cuatro provincias, este grupo etario, menores de 14 años, representa a un cuarto de la población censada en esos distritos.
Los números finales del Censo 2022 muestran que, en este rubro, menores de 14 años, en todo el país representan el 22% de la población total que arroja 45,8 millones de argentinos.
En el censo del 2010, los menores de 14 representaban el 25.5% de la población y en 2001, el 28,3 % de los habitantes mostrando el repliegue de los nacimientos en la Argentina.
Mientras que el porcentaje de las personas mayores a los 65 años del total poblacional aumentó un 1,7% en la última década.
Las razones de la caída de la natalidad.
Uno de los factores que se anotan es la caída de los embarazos adolescentes que, desde 2014 a la fecha, retrocedió un 59%, luego de varios años en los que se mantenían en niveles muy altos.
La reducción de la tasa de natalidad cada 100.000 habitantes pueden explicarse por el aumento de la planificación familiar en épocas de crisis económica y financiera por la que muchas jóvenes familias prefieren no agregar un nuevo integrante al hogar, por un mayor acceso a los métodos anticonceptivos que han sido muy difundidos en la sociedad y al retraso de la edad en la que se busca tener hijos lo que lleva a tener menos embarazos en las mujeres a lo largo de su vida.
Estas razones tienen un correlato económico en la Nación que puede hacer ver el vaso medio lleno.
Se está viviendo una etapa en la que en la Argentina hay un mayor porcentaje de gente productiva, que tiene capacidad para trabajar, por encima de aquellas personas que son dependientes, desde los adultos mayores hasta las personas menores de 14 años.
En economía se denomina “bono demográfico” y durante ese bono ofrezca rendimientos, el país debería generar más riqueza y beneficios para cuando la población productiva deba enfrentar el retiro.
Ahora bien, todo tiene un final y si la tendencia de bajos nacimientos no se revierte, surgirá la visión del vaso medio vacío porque el momento en el que más argentinos entre 18 y 65 años habrá, será en 2037, para luego retroceder al tiempo que aumentarán las personas que dependen de otras.
Se trata de una oportunidad económica que se está profundizando con la caída de la natalidad pero que puede revertirse dentro de 30 años cuando la tasa de dependencia comience a crecer notablemente, hecho que se producirá cuando la generación que hoy no gesta hijos comience a envejecer.
Un desafío que, en principio, puede aprovechar la administración de Javier Milei.
Precisamente, un Presidente que no tiene hijos, adicto al trabajo según sus propias palabras y que, difícilmente, emule a su antecesor en el cargo, Alberto Fernández, que se va de la Quinta de Olivos con un nuevo integrante para su familia.