El Sumo Pontífice expresó su deseo luego que el presidente Javier Milei lo invitara oficialmente durante la semana.
El papa Francisco reconoció que “quisiera ir a la Argentina en la segunda mitad del año”. Se da luego que el presidente Javier Milei lo invitara formalmente en la última semana.
“La gente está sufriendo mucho, es un momento difícil. En agosto debo ir a Polinesia y luego, si se puede hacer, iré a Argentina. Yo quiero ir”, aseguró el Sumo Pontífice en la televisión italiana.
Milei le envió una carta al papa Francisco días atrás para formalizar su invitación a la Argentina, visita que no concretó nunca desde que está al frente de la Iglesia Católica.
“Su presencia y su mensaje contribuirán a la tan deseada unidad de todos nuestros compatriotas y nos brindará la fuerza colectiva necesaria para preservar nuestra paz y trabajar por la prosperidad y el engrandecimiento de nuestra querida República Argentina”, le indicó el mandatario en el texto.
En otro tramo de la entrevista, Francisco dijo “me sale decir: estoy todavía vivo”, al referirse a su salid. Por otro lado, expresó acerca de su posible denuncia: “No es un pensamiento, ni una preocupación ni un deseo. Es una posibilidad abierta a todos los papas. Ahora no está en el centro de mis pensamientos. Mientras tenga la capacidad de servir, sigo adelante”.
La carta completa de Milei al papa Francisco
Sumo Pontífice
Agradezco su muy significativo llamado telefónico del 22 de noviembre, luego de mi elección como Presidente. Valoro sus sabios consejos y sus deseos de coraje y sabiduría para mi persona, tan necesarios para encarar el desafío de dirigir los destinos de nuestra Patria y de nuestros conciudadanos.
En lo personal, sus palabras fueron un gesto de aliento, además de afianzar mi convencimiento sobre la urgencia de transformar la realidad que atraviesa nuestro país para asegurar la paz y la prosperidad, mediante las reformas sociales y políticas que son tan necesarias.
También aprovecho esta oportunidad para agradecerle la participación de la Santa Sede en la ceremonia de mi asunción como Presidente de la Nación el pasado 10 de diciembre, al enviar como su representante al Nuncio Apostólico en Chile, Monseñor Alberto Ortega Martín.
Santidad, los argentinos atravesamos tiempos de aflicción y de esperanza. Observamos a nuestro alrededor como la pobreza con sus diferentes rostros y consecuencias alcanza a la mitad de todos nuestros compatriotas. Nuestra economía se encuentra en estado crítico y es preciso adoptar medidas urgentes para evitar una catástrofe social con consecuencias dolorosas.
Teniendo presente su consejo de tener la sabiduría y el coraje necesarios, en mis primeras semanas de gobierno he procedido a proponer una serie de medidas de gobierno destinadas a transformar la situación que la República Argentina padece hace décadas.
Somos conscientes que estas decisiones pueden profundizar inequidades, por lo que nuestra prioridad máxima es proteger a nuestros compatriotas más vulnerables, agradeciendo la colaboración de la Iglesia Católica, cuya acción en el campo social es invalorable.
Usted bien sabe que no necesita invitación para venir a su querida Argentina. A riesgo de decir lo innecesario, le invito a visitar nuestra amada Patria, conforme a las fechas y los lugares que nos sean indicados, teniendo presente el deseo generalizado de nuestras ciudades, provincias y pueblos de contar con Su presencia y transmitirle su filial afecto.
Como Presidente de la Nación Argentina, considero que su viaje traerá frutos de pacificación y de hermanamiento de todos los argentinos, ansiosos de superar nuestras divisiones y enfrentamientos.
Su presencia y su mensaje contribuirán a la tan deseada unidad de todos nuestros compatriotas y nos brindará la fuerza colectiva necesaria para preservar nuestra paz y trabajar por la prosperidad y el engrandecimiento de nuestra querida República Argentina.
Sé que el tiempo es escaso. Aun así, espero que pueda viajar para la alegría general de todo el pueblo argentino. Reitero a Su Santidad las seguridades de mi alta consideración y respeto por su obra y su persona.