Con el fin del cepo y el dólar a la baja, Caputo advierte que quienes remarcaron precios deberán retroceder. “Hoy mandan los pesos”, afirman desde Economía.
Durante décadas, la moneda nacional fue erosionada por devaluaciones y confiscaciones, fenómeno que favoreció una fuerte dolarización de los ahorros. La alta liquidez y aceptación global del dólar lo convirtió en referencia adelantada de precios.
Este rol dual –como resguardo de valor y unidad de cuenta anticipada– fue una herramienta de defensa ante el uso abusivo de la emisión monetaria como método de financiamiento estatal.
Ese mecanismo se interrumpió con la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada. Un programa de ajuste fiscal sin precedentes condujo al superávit y a una revalorización del peso.
El debate sobre el nuevo acuerdo con el FMI, promovido por la ley de Guzmán, alimentó especulaciones que presionaron al dólar, pero la aprobación del acuerdo y el fin del cepo resultaron en un precio de equilibrio que se ubica hoy dentro de la banda cambiaria, con tendencia a la baja.
Durante la incertidumbre previa, algunos actores anticiparon un rebrote inflacionario, pero esa lectura se basa en un paradigma económico ya superado. Hoy sobran dólares y escasean pesos. Las importaciones se adelantaron y las exportaciones fueron retenidas, pero con el nuevo esquema cambiario esas dinámicas se revierten.
Cuando terminen las lluvias, la cosecha sojera sumará más divisas, mientras que la actividad económica en recuperación y el control monetario reducen la cantidad de dinero circulante, lo que impulsa una suba natural de la tasa de interés. El desafío ahora es asignar un uso transaccional a los dólares o convertirlos en pesos útiles.
La banda inferior del tipo de cambio es ahora la relevante y podría ser puesta a prueba pronto. Con una economía en expansión pero con oferta monetaria limitada, los precios deberán ajustarse a la nueva realidad.
El Gobierno prevé recortar aún más el gasto público para lograr un superávit primario de 1,6%, lo que equivale a un recorte adicional de medio punto del PBI. Esto refuerza la proyección de una etapa deflacionaria.
Dado que la actual política monetaria-fiscal es contractiva y el dólar se desliza a la baja, la inflación tendrá un retroceso más acelerado de lo previsto.
Muchas empresas, al replicar modelos antiguos de formación de precios, ya enfrentaron consecuencias en 2024: ventas paralizadas, costos fijos altos, pérdida de clientes, y finalmente, una caída forzada de precios fuera de tiempo.
Por eso, la campaña del ministro Caputo contra los aumentos desmedidos apunta a proteger el nivel de actividad, más que a frenar una inflación que, en este contexto, está condenada a ceder.
Hoy, lo que marca la pauta ya no es el dólar, sino el peso. Y los precios deberán adaptarse.
Por Agustín Monteverde para Newsweek Argentina
Agustín Monteverde es Doctor en Economía, titular del Estudio M&A Inc., profesor del CEMA, consultor de bancos y empresas, consejero académico de Fundación Libertad y Progreso.