La ciudad fueguina, capital nacional de la conmemoración, vivió de cerca la Guerra de Malvinas. En Río Grande no atendían a los titulares periodísticos que insistían con el “vamos ganando”. En Río Grande la guerra estaba a la vuelta de la esquina. Los niños no tenían clases. Muchas veces dormían vestidos, con sus mochilas listas, preparados para una evacuación inminente. Quienes podían, se iban de la ciudad y se refugiaban en las estancias. Por las noches, en las viviendas, todas las luces se apagaban por el temor a un bombardeo del enemigo. Los riograndenses, desde sus casas oscuras y en silencio, escuchaban las sirenas, los aviones que salían y los aviones que volvían. También escuchaban -con un silencio ensordecedor- aquellos aviones que no regresaban. Sabían que si un avión no volvía era porque un argentino había dejado su vida por la Patria.
Será quizás por esa cercanía geográfica que en Tierra del Fuego se vive, como en pocos lugares del país, cada 2 de abril. El cruento frío y el fuerte viento no son excusa: en las horas previas al comienzo de la fecha, el Paseo Héroes de Malvinas se inunda de vecinos que se acercan a recordar a los excombatientes. Pese al clima adverso, familias completas dicen presente.
Todos los años, la tradicional vigilia -que se realiza de forma ininterrumpida desde 1995- comienza con una misa de campaña en la denominada Carpa de la Dignidad que se monta en el lugar. Culminada la ceremonia religiosa, se encendieron 42 antorchas, una por cada año transcurrido desde la guerra con el Reino Unido. Posteriormente, el Batallón de Infantería de Marina Nº 5 presentó un simulacro de la “Operación Rosario”, como se llamó al desembarco en 1982.
La simulación recuerda a aquellos valientes soldados que desembarcaron en las Islas con el objetivo claro de recuperar las tierras que habían sido ocupadas de forma ilegal durante 150 años por los británicos.
Otro de los momentos emotivos de la noche fue la presentación del ballet Soles que Dejan Huellas, que realizó un homenaje a los médicos de los soldados argentinos en las Islas Malvinas, en agradecimiento a su participación heroica e indispensable.
Cuando el reloj marcó las 00 y empezó oficialmente el 2 de abril, sonó una fuerte sirena recreando aquella que se escuchaba con frecuencia durante la guerra. Luego comenzó el acto oficial. Tal como mencionó el maestro de ceremonias, la vigilia es un momento especial de argentinidad donde, además de rendirle un sentido homenaje a los compatriotas que dieron su vida por la defensa de la soberanía territorial, se rinde homenaje a los veteranos de guerra que tuvieron la posibilidad de regresar y hoy son testimonio viviente de esa gesta.
El evento siempre es organizado por la Asociación de Veteranos de Guerra “Malvinas Argentinas”. Tiene la particularidad de que ningún color político se adueña de la conmemoración: la vigilia es de los veteranos y eso se respeta a rajatabla. Los únicos oradores son los excombatientes. Como todos los años, el exsoldado que tomó la palabra pidió por la soberanía de las islas y reclamó que la causa Malvinas no quede en el olvido.
Son apenas 592 los kilómetros que separan Río Grande de las islas. En Tierra del Fuego se respira Malvinas. Las costas de esta provincia están bañadas con el mismo mar que las costas de las Islas Malvinas. Imposible no sentirlas propias. Imposible no anhelar la soberanía. Imposible olvidarlas.
La Vigilia de Río Grande que se realiza todos los años en vísperas del 2 de abril tuvo su primera edición en 1995, cuando un grupo de veteranos se reunió para compartir sus vivencias y recuerdos. En los primeros encuentros, los exsoldados prendían tachos con fuego para calentarse y esperaban juntos la medianoche para cantar el Himno Nacional Argentino.
Desde entonces, la Vigilia de Río Grande sigue creciendo en importancia y participación, convirtiéndose en un evento significativo no solo para los veteranos de guerra, sino también para la comunidad en general y para aquellos que desean rendir homenaje a los héroes caídos en la guerra de Malvinas.
Durante la vigilia, tanto residentes locales como visitantes se congregan para compartir experiencias, reflexionar sobre el significado de la guerra y honrar la memoria de los 649 valientes que perdieron sus vidas en el conflicto. Es una oportunidad para recordar y valorar el sacrificio de aquellos que defendieron la soberanía argentina en las Islas.
La Vigilia de Río Grande no solo es un momento de recuerdo y reflexión, sino también de solidaridad y apoyo hacia los veteranos de guerra, muchos de los cuales aún enfrentan desafíos físicos, emocionales y sociales como resultado de su participación en el conflicto.
La vigilia reúne a la comunidad en un espíritu de respeto, reconocimiento y gratitud hacia aquellos que lucharon por la soberanía de Malvinas. Es además recordatorio de la importancia de mantener viva la memoria histórica de un conflicto bélico que dolerá por siempre a los argentinos.
Fuente: La Voz