Un equipo liderado por el científico del CONICET Martín Palazzolo, del Instituto de Biología Agrícola de Mendoza (IBAM, CONICET-UNCUYO), logró desarrollar un proceso económico y eficiente para convertir la yerba mate usada en productos de alto valor agregado con aplicaciones industriales y energéticas.
La investigación, realizada junto a especialistas de la Universidad de Groningen (Países Bajos) y publicada en la revista Waste Management, se centró en aprovechar los residuos de yerba mate —de los cuales en Argentina se generan más de 220 mil toneladas anuales— mediante la técnica de pirólisis, un proceso de degradación térmica sin oxígeno.
El equipo construyó un reactor experimental de bajo costo, diseñado especialmente para procesar la cantidad de yerba usada en un mate común. “Los reactores comerciales para pirólisis son muy costosos. Nosotros fabricamos uno invirtiendo muy poco dinero y los resultados fueron excelentes”, explicó Palazzolo.
Durante el proceso, la biomasa se somete a una temperatura de 550 °C, generando tres productos: un residuo sólido o biochar, una mezcla de gases (CO₂, H₂ y CH₄) y un líquido denominado bioaceite. Este último fue el foco principal del estudio, por su potencial para la transición energética, ya que puede reemplazar compuestos derivados del petróleo.
El bioaceite fue sometido a distintos tratamientos para mejorar su rendimiento y enriquecer su composición química. “Analizamos cómo influye la temperatura y el uso de óxido de cobre (II) como catalizador. Luego, mediante una extracción con un solvente renovable, concentramos las moléculas aromáticas más valiosas”, detalló el investigador.
Los análisis demostraron que el bioaceite es rico en metoxifenoles, compuestos derivados de la lignina con gran utilidad en las industrias química, farmacéutica y alimenticia. Según Palazzolo, la técnica podría aplicarse incluso en pequeña escala, en regiones donde el consumo de yerba mate es alto. “Tiene un gran potencial, ya que puede aportar carbono renovable para producir plásticos, fragancias, resinas o combustibles”, afirmó.
Previo a la pirólisis, la yerba fue tratada para separar extractos con cafeína y minerales, que también poseen valor comercial. Los subproductos restantes —el biochar y los gases— pueden emplearse directamente en el agro y como combustible, lo que refuerza el carácter integral y sostenible del proceso.
“En definitiva, transformamos algo que normalmente se desecha, como la yerba mate usada, en compuestos valiosos. Si se organiza la recolección y se aplica esta técnica, es posible generar productos útiles, reducir residuos y beneficiar al ambiente”, concluyó Palazzolo.

