Un informe de Bodegas de Argentina destaca que la situación afecta tanto las ventas internas como las exportaciones. La inflación y las restricciones cambiarias golpearon la actividad.
La industria del vino en Argentina está pasando el peor momento de los últimos 20 años. Y la situación afecta tanto al mercado doméstico como a las exportaciones.
Una serie de acontecimientos locales e internacionales se conjugaron para que esto sucediera, según refleja un informe realizado por el Centro de Estudios Económicos de la cámara Bodegas de Argentina.
Al momento de buscar las causas de esta debacle, el informe enumera cuatro puntos: contexto mundial con inflación y merma de la actividad económica; competencia mundial altamente competitiva; un largo proceso de baja inversión en el sector vitivinícola argentino con desventajas competitivas y, por último, cambio de hábitos debido a los segmentos de consumidores más dinámicos.
El diagnóstico sobre el mercado doméstico de vinos remarca que “lleva varios años de estancamiento, consecuencia de condiciones macroeconómicas adversas y en menor medida cambio de hábitos de los consumidores”.
El consumo interno, afectado por la caída de ingresos
“El principal determinante del deterioro global han sido los crecientes índices de inflación que provocaron caída en el ingreso de los consumidores que disminuyeron su consumo que migró hacia otras bebidas. A esto se sumó la histórica disminución del consumo en las categorías más bajas de precios que hoy factura la mitad de dos décadas atrás”, añade.
En la actualidad la facturación total de la industria en el mercado doméstico es casi la mitad de lo que era una década atrás.
También se verificó un proceso de caída de facturación tanto en las categorías más bajas de precios como en las más elevadas, cambiando una tendencia que hasta 2014 era divergente.
El volumen de vino despachado al mercado doméstico alcanzó en los últimos doce meses cerrados en mayo de 2024 su mínimo histórico con un total de 89 millones de cajas de 9 litros, luego de una larga caída de más de dos décadas.
Además de la disminución estructural del consumo por habitante como en varios países europeos lo que se verifica en la última década es una caída de la demanda provocada por una disminución del ingreso de la población.
El mercado local dejó de ser atractivo para todas las categorías de precios, y sólo resultaron exitosas bodegas que venden sólo en categorías elevadas de precios y para bodegas grandes que capturaron share y generaron economías de escala.
En resumen el mercado doméstico de vinos tiene hoy poco espacio para la expansión de las empresas. De cambiar las condiciones de contexto macroeconómico consideran posible una recuperación que podría ser aprovechada por empresas con un “share” importante y demandará esfuerzos de inversión en promoción y capital de trabajo.
Se estima que en el ranking de inversiones las bodegas preferirán destinar esfuerzos en los mercados externos y las más chicas recorrerán el camino de la venta directa apalancadas con el turismo del vino.
Este tipo de desarrollo requiere un gran esfuerzo de dedicación de las estructuras comerciales que compensan los menores esfuerzos promocionales.
Impacto negativo del tipo de cambio en las exportaciones de vino
“Luego de varios años, en 2021 se alcanzó la mayor facturación de exportación gracias a dos fenómenos muy especiales, la devaluación de la moneda argentina en 2018 y los elevados precios alcanzados por los vinos fraccionados en los mercados mundiales”, destaca el informe.
Pero esa situación pronto se revirtió en 2023 y 2024, años en los que el sector quedó frente a la menor exportación en más de dos décadas, consecuencia del tipo de cambio, que se corrigió parcialmente en los últimos dos meses.
Así, el motor de dinamismo de la vitivinicultura argentina sufrió una baja considerable y disminuyó considerablemente la rentabilidad del sector. Fue notable la caída de facturación en vinos embotellados de exportación que tocaron su menor valor en casi dos décadas.
Esta había sido la parte más atractiva del negocio en los últimos 25 años dado su constante expansión y ahora lleva dos años de caída muy importante cuya principal causa está en las malas condiciones macroeconómicas argentinas, dicen las bodegas.
También el volumen de exportación alcanzó en 2024 su mínimo histórico con un total de 23 millones de cajas, sumando embotellado más granel. Y los precios volvieron a ubicarse en niveles promedio similares a la última década en la búsqueda de espacios de mayor rentabilidad discontinuándose franjas de precios más bajas en vinos fraccionados.
Esto refleja claramente el impacto que tiene sobre este sector el tipo de cambio: que cuando cae los exportadores buscan franjas de precios más elevadas con menor volumen a la inversa de lo que ocurre cuando el tipo de cambio mejora.
En cuanto a empresas, las más chicas y de menos de 25 años se desarrollaron con una gran proporción de su facturación en la exportación y las condiciones actuales no las han compensado aumentado su proporción en el mercado doméstico sino que se han enfocado más en vinos de mayor precio lo cual resulta complicado en un ambiente competitivo muy agresivo en los mercados mundiales.
En los próximos años, de haber cambios en el contexto macroeconómico argentino se podrá observar un mayor atractivo para la inversión en exportación, aunque implicará aumento de capital de trabajo en un marco de escasez de crédito lo cual genera expectativa en la atracción de inversiones de fusiones o adquisiciones.
A lo anterior habrá que agregar la necesidad de abastecimiento de uvas en un mercado altamente competitivo donde aparece escasez de materia prima por la baja inversión de la última década.