Creaciones revolucionarias: el asombroso invento que se creó por una discapacidad y se transformó en indispensable en las estaciones de trenes de todo el mundo

Un invento japonés, nacido para ayudar a un amigo, hoy guía a millones de personas con discapacidad visual en estaciones de trenes y más. Las personas con discapacidad enfrentan dos desafíos diarios: superar barreras físicas y derribar prejuicios sociales. Millones de personas con dificultades visuales encuentran en las baldosas podotáctiles un aliado indispensable para moverse de forma independiente y […]

Un invento japonés, nacido para ayudar a un amigo, hoy guía a millones de personas con discapacidad visual en estaciones de trenes y más.

Las personas con discapacidad enfrentan dos desafíos diarios: superar barreras físicas y derribar prejuicios sociales. Millones de personas con dificultades visuales encuentran en las baldosas podotáctiles un aliado indispensable para moverse de forma independiente y segura, un invento que nació con un propósito noble y hoy es sinónimo de accesibilidad global.

Este ingenioso sistema, que facilita la movilidad y garantiza seguridad en espacios públicos, tiene un origen humilde y conmovedor. Todo comenzó en Japón gracias a Seiichi Miyake, quien transformó una necesidad en un legado universal que cambió la forma en que diseñamos las ciudades.

Millones de personas con discapacidad visual pueden acceder a diversos lugares gracias a este invento

Millones de personas con discapacidad visual pueden acceder a diversos lugares gracias a este invento

Cómo se hicieron las baldosas podotáctiles

En 1965, el ingeniero japonés Seiichi Miyake decidió destinar sus ahorros para ayudar a un amigo cuya vista comenzaba a deteriorarse. Así nacieron los primeros bloques táctiles, también conocidos como Tenji blocks, que se caracterizan por patrones en relieve fácilmente identificables al tacto, tanto con un bastón como con los pies.

Los bloques iniciales presentaban dos diseños clave: puntos para advertir sobre áreas de riesgo, como cruces peligrosos o el borde de andenes, y barras para orientar a los usuarios sobre trayectos seguros. Esta simple pero brillante idea se materializó en baldosas que no solo alertan sobre posibles peligros, sino que también guían a las personas hacia su destino con seguridad.

La primera implementación pública de estas baldosas ocurrió en 1967, en un sendero cercano a una escuela para personas ciegas en la ciudad de Okayama, Japón. Más tarde, en la década de 1970, su uso se extendió a los Ferrocarriles Nacionales de Japón, marcando un antes y un después en la infraestructura accesible del país.

El diseño funcional de las baldosas, combinado con su característico color amarillo brillante, las hizo visibles incluso para personas con visión reducida. Este enfoque integral permitió que el sistema ganara reconocimiento y se convirtiera en un estándar global de accesibilidad, adoptado en estaciones de trenes, hospitales, aeropuertos y centros comerciales de todo el mundo.

Fabricadas en materiales como caucho, cemento, metal o polietileno, estas baldosas no solo mejoraron la calidad de vida de millones, sino que también se integraron a los entornos urbanos, mostrando que la inclusión puede ser funcional y estéticamente armónica.

Honores a Seiichi Miyake

Seiichi Miyake, nacido en 1926 en la prefectura de Okayama, no solo cambió la vida de su amigo, sino también la de millones de personas con discapacidad visual en todo el mundo. Su innovación marcó un hito en la historia del diseño urbano, convirtiéndose en un símbolo de accesibilidad y empatía.

El impacto de su invento fue reconocido oficialmente en Japón en 2010, cuando se estableció el 18 de marzo como el “Día del Bloque Tenji”. En esa misma fecha, se inauguró un monumento en honor a Miyake en el lugar donde se instalaron las primeras baldosas, recordando su contribución al bienestar social.

En 2019, Google también rindió homenaje a Miyake con un doodle que mostraba a una persona desplazándose sobre baldosas podotáctiles con un bastón guía. Este gesto puso en valor su trabajo y lo presentó a una audiencia global, consolidando su legado como un ejemplo de cómo la innovación puede nacer de la empatía y cambiar el mundo para mejor.