El Puente invierte en su planta de producción y apuesta a crecer con franquicias

La empresa láctea tiene 23 locales y planea cuatro nuevas aperturas antes de fin de año. En paralelo, proyecta una inversión millonaria en su fábrica en Córdoba. La historia de Usina Láctea El Puente puede inspirar una película, una de superación, en la que un niño con apenas tercer grado de primaria completo, con orígenes humildes […]

La empresa láctea tiene 23 locales y planea cuatro nuevas aperturas antes de fin de año. En paralelo, proyecta una inversión millonaria en su fábrica en Córdoba.

La historia de Usina Láctea El Puente puede inspirar una película, una de superación, en la que un niño con apenas tercer grado de primaria completo, con orígenes humildes –en un entorno en el que nada sobraba- de un pequeño pueblo de Córdoba y luego de años de trabajo y esfuerzo logra convertirse en un exitoso empresario, dueño de una empresa láctea que procesa anualmente 80 millones de litros de leche, con 23 locales de venta directa al público y que emplea a 700 personas, esa es la historia de Héctor Julio Maccari “Don Lucho”, el hacedor de una empresa que tiene más de 50 años y que hoy sigue en manos de la segunda generación con Myller Maccari a la cabeza.

Esta compañía, que tiene una planta de producción en la localidad cordobesa de Ordoñez, se caracteriza por dos cuestiones fundamentales, en primer lugar vende su producción directamente al público y en segundo lugar su foco está orientado a ofrecer productos de calidad a bajos precios. Pero eso no es todo porque la firma plantea además un plan de expansión a través de franquicias, mientras invierte en optimizar su fábrica y tiene en carpeta el lanzamiento de nuevos productos. A continuación, su gerente general, Luis Ibarguren, detalla en diálogo con Ámbito el pasado, presente y futuro de esta empresa 100% argentina.

Periodista (P): El año pasado la empresa celebró su 50 aniversario y la figura de Don Lucho estuvo muy presente. ¿Cómo fueron los orígenes de la compañía?

Luis Ibarguren (L.I.): Don Lucho sigue estando en la empresa y es cierto que su historia está muy presente por los valores que transmitió, los cuales buscamos honrar. Aunque Don Lucho sigue presente, hoy sus hijos son los que gestionan el día a día, con Myller Maccari a la cabeza como CEO. Particularmente, yo estoy en El Puente hace 25 años; comencé como profesional independiente para atender algunas cuestiones puntuales como contador, y con el tiempo dejé mi actividad particular para abocarme 100% a El Puente, porque descubrí una empresa que me apasiona, con mucho potencial, gran desarrollo y, fundamentalmente, con buena gente. Héctor Julio Maccari, “Don Lucho”, empezó en la actividad en 1973 junto a su esposa, Elda Pérez, para todos nosotros “Kuky”. Juntos compraron un camión para distribuir y comercializar quesos, que compraban en Córdoba, en Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Ese negocio funcionó muy bien y, para 1975, lograron comprar una pequeña fábrica de quesos. En 1979, se mudaron a otra fábrica más grande ante el crecimiento de la demanda, y esta mudanza terminó por inspirar nuestro logo y nombre comercial, porque para llegar a este establecimiento había que cruzar un puente. El foco de la empresa siempre estuvo en el trato directo con el cliente y en ese entonces se abrió el primer local de venta directa en la Avenida Corrientes al 6000 en Capital Federal. Siempre con una visión de desarrollo, Lucho y Kuky siguieron expandiéndose y, en 1984, mudaron finalmente su planta a Ordoñez, Córdoba, donde estamos actualmente.

P.: ¿Cuándo ingresa el modelo de franquicias en la historia?

L.I.: Las franquicias son un desarrollo más reciente. Primero, la empresa logró un gran desarrollo y penetración entre los consumidores con locales propios; ese fue el foco desde el inicio y se mantiene hasta el día de hoy. Por ejemplo, la compra de la planta de producción fue para brindarle al cliente un mejor producto a precios accesibles. Ya con Myller al mando, en plena pandemia en 2020, se empezó a desarrollar el modelo de franquicias. Es fundamental para nosotros que no haya ninguna diferencia entre un local franquiciado y uno propio, porque tenemos mucho respeto por el cliente, poniendo el foco en una atención cálida y personalizada así como también por el acompañamiento al inversor en todo momento. Nuestro negocio no es sencillo, porque estamos en todos los procesos: desde la recepción de la materia prima —la leche la compramos a 50 productores tamberos de Córdoba—, pasando por el procesamiento, elaboración, transporte y venta final al público. Así, aseguramos la trazabilidad de todos nuestros productos.

P.: ¿Qué planes tienen con las franquicias y cuánto es el desembolso que tiene que hacer un inversor para abrir un local de El Puente?

L.I.: Actualmente tenemos 10 sucursales franquiciadas funcionando y otras 4 en proceso de apertura antes de fin de año. Es un segmento de negocios en el que apuntamos a crecer mucho, pero siempre de manera ordenada, para no descuidar los valores fundamentales de la empresa. La inversión promedio ronda los u$s150.000. Los locales deben tener, al menos, 80 metros cuadrados para el salón de ventas y se necesitan unos 9 empleados. Respecto al recupero de la inversión, aunque es difícil establecer un plazo exacto en la economía actual y con los vaivenes del dólar, podemos estimar un plazo máximo de 36 meses a partir de su punto de equilibrio. Algunos de nuestros primeros franquiciados ya están abriendo su segundo local, lo cual es un gran indicador.

P.: En la actual economía, con el marcado descenso del consumo, especialmente en el sector lácteo, ¿El Puente encontró una fortaleza en sus bajos precios?

L.I.: Más allá del contexto, que hace que todos estemos más que nunca buscando formas de ahorrar a la hora de hacer las compras, hemos notado que nuestros clientes no están dispuestos a resignar calidad. Es cierto que la caída del consumo de productos lácteos ha sido muy marcada este año. Sin embargo, cuando la industria muestra un retroceso en las ventas, nosotros crecemos en la categoría de quesos duros —los de mayor maduración y por ende valor—. Por otro lado, contamos con dos alternativas para este contexto, una es muestra marca D70, que ofrece productos más accesibles sin sacrificar calidad y la otra es el programa de beneficios “Clientes Felices” con importantes descuentos para los clientes fidelizados.

P.: ¿Es complejo para una empresa de su escala tener una gama de productos tan amplia?

L.I.: Sí, es un desafío tanto productivo como logístico. Sin embargo, mantenemos tantos productos porque son un requerimiento del cliente, al tener la posibilidad de estar en contacto con el consumidor final podemos conocer sus necesidades y considerarlas para el desarrollo de nuevos productos. Aunque los quesos blandos son los más vendidos, también ofrecemos productos específicos de una venta más acotada, como el queso por salut light sin sal agregada o la leche reducida en lactosa, a pedido de los clientes. Estamos desarrollando 30 nuevos productos; recientemente lanzamos yogurt de durazno, y podrían venir más novedades pronto. Un lanzamiento reciente muy importante fue el Parmesano Lucho Maccari, un queso con 36 meses de maduración —algo inédito en el mercado argentino—, ya que los quesos de mayor maduración suelen tener 18 meses.

P.: ¿Cómo evalúan el acceso al crédito y qué proyectos de inversión tienen en carpeta?

L.I.: Hasta hace poco, el acceso al crédito estaba complicado para cualquier empresa del país, especialmente para pymes como la nuestra. Aunque estamos al borde superior del segmento pyme, enfrentamos dificultades con tasas, plazos y montos. Ahora vemos señales positivas: los bancos están más activos ofreciendo financiación y también consideramos alternativas como obligaciones negociables o financiamiento internacional. En cuanto a inversiones, nuestra industria requiere inversión constante. Este año invertiremos u$s500.000 en nuestra planta para optimizar el proceso de filtrado, y para 2025 proyectamos u$s1 millón en envasado automático y packaging. El foco está en ser más eficientes, más que en aumentar el volumen de producción.