La clave será continuar invirtiendo en infraestructura y educación para garantizar que los beneficios de la digitalización lleguen a todos los rincones de la región y establecer un marco regulatorio que establezca un modelo de negocios para las billeteras virtuales volviéndolas más seguras y competitivas.
En el año 2003 cuando desarrollamos FotoPago todos nos miraban de reojo. Nos preguntaban ¿cómo se te ocurre que vas a poder pagar algo sacando una foto con el celular a un dibujo? En aquella época los teléfonos aún no eran smart y ese “dibujo” al que hacían referencia en tono jocoso era el QR. La evolución de las tecnologías de pago, como este código, marcaron un antes y un después en la inclusión financiera en América Latina.
Como desarrollador del QR en Argentina (creado en 1994 por la empresa Toyota) podemos decir que sin duda facilitó el acceso a servicios financieros a sectores que anteriormente se encontraban excluidos del sistema bancario. Iniciativas como PIX en Brasil y Transferencias 3.0 en Argentina demuestran cómo esta tecnología permite transacciones rápidas y seguras desde teléfonos móviles, reduciendo la necesidad de intermediarios tradicionales.
El impacto de tecnologías emergentes como los códigos QR y las billeteras virtuales es significativo. Estas herramientas simplificaron el acceso al sistema financiero, permitiendo que más personas participen en la economía digital. Al reducir barreras y costos asociados a los servicios bancarios tradicionales, se promovió una mayor bancarización y gestión financiera personal entre quienes antes no tenían acceso a estos servicios.
En la actualidad, el uso de smartphones y la mejora en la conectividad facilitaron una expansión considerable de los pagos digitales. Esta tendencia está llevando los servicios financieros a comunidades rurales y a sectores menos favorecidos, fomentando una inclusión financiera más amplia. Sin embargo, aún quedan desafíos, como la desigualdad en el acceso a Internet y la falta de educación financiera. Superar estos obstáculos requiere de políticas integradas que impulsen tanto la infraestructura tecnológica como la educación financiera.
La opinión pública sobre las tecnologías de pago digital evolucionó también desde los primeros desarrollos. Lo que en su momento pudo haber sido visto con escepticismo, hoy se valora por su conveniencia y seguridad. Las innovaciones en el sector pueden adaptarse y evolucionar para satisfacer las necesidades de la sociedad, inspirando de esta manera a las nuevas generaciones de emprendedores y desarrolladores, que tanto tienen para aportar.
Mirando hacia el futuro, el panorama para los pagos digitales en América Latina parece prometedor. La integración de tecnologías como blockchain y el uso creciente de criptomonedas apuntan a un camino hacia una inclusión financiera más integral y sustentable. La clave será continuar invirtiendo en infraestructura y educación para garantizar que los beneficios de la digitalización lleguen a todos los rincones de la región y establecer un marco regulatorio que establezca un modelo de negocios para las billeteras virtuales volviéndolas más seguras y competitivas.