El boom de Topolín fue en la década del 70. A partir de la apertura de las importaciones en la década del 90, la golosina perdió mercado.
Topolín fue una golosina icónica que marcó a varias generaciones en Argentina. A comienzos de los años 60, hizo su aparición en el mercado argentino y se convirtió en un favorito durante las décadas de los 70 y 80. Aunque su popularidad disminuyó con la llegada de golosinas extranjeras y la expansión de los drugstores en los años 90, el Topolín sigue siendo recordado con cariño. A continuación, su historia.
La golosina, un chupetín muy simple que venía en una bolsa junto con una sorpresa, fue creada por los inmigrantes italianos y hermanos José y Antonio Fantín quienes llegaron a la argentina en la década del 50, luego de perder todo durante la Segunda Guerra Mundial.
En un comienzo comenzaron vendiendo café y galletitas al por mayor y luego divisaron que en el mundo de las golosinas había una oportunidad de negocios. Según cuentan la historia, los hermanos Fantín comenzaron a experimentar con azúcar y caramelo en su cocina para crear este chupetín que luego conquistó a los más chicos. Así nació formalmente Productos Fantín SAIC.
El dato clave es que Topolín fue la primera golosina en incluir un juguete sorpresa en su envoltorio. Antes de los huevos Kinder, los niños esperaban ansiosos por descubrir qué regalo misterioso les aguardaba junto al chupetín. Originalmente, se vendía en bolsas transparentes pero poco tiempo después su envoltorio cambió a un sobre de papel con un dibujo de un topo en un auto. Los juguetes eran pequeños objetos de plástico, como trompos, mamaderas, espejitos y figuras de soldados o extraterrestres.
El origen del nombre es todo un misterio. La conexión con el personaje del empaque parece obvia: “topo” significa “ratón” en italiano, y “topolino” es un diminutivo de ratón. Algunos piensan que podría estar inspirado en el Topo Gigio, una marioneta italiana creada en 1959, aunque las fechas no coinciden del todo. Otra teoría sugiere que el nombre proviene del Fiat 500, conocido como Topolino por su pequeño tamaño y popularidad.
El boom de ventas del Topolín se desarrolló en la década del 70, la empresa producía en su planta ubicada en la localidad bonaerense de José C. Paz. Durante los 80 se consolidó su reinado en el mundo de las golosinas con sorpresa, en donde competía cuerpo a cuerpo con el chocolatín Jack de FelFort.
Por su parte, a partir de la década del 90 el Topolín fue perdiendo mercado, principalmente a partir de la apertura de importaciones comenzaron a llegar al país un sinfín de nuevas golosinas que le hicieron sombra al chupetín argentino. Luego, con la caída de las ventas, la fábrica de José C. Paz terminó quedando abandonada y sus dueños trasladaron la producción a un lugar mucho más chico.
Actualmente, la golosina sigue siendo producida con la misma fórmula original, bajo la dirección de la segunda generación de la familia Fantín. El producto se sigue consiguiendo en los kioscos locales y las nuevas generaciones no saben que fue el primero en ofrecer una sorpresa.